La adoración de los Magos

Herodes y Cristo. ¿Qué sucede cuando en tiempos de un rey nefando Dios desciende a la tierra, la divinidad se mezcla con la carne y se realiza un comercio celeste con un cuerpo terreno’ ¿Que sucede? ¿Y cómo el que no es verdadero rey va a expulsar a un tirano, vindicar una patria, instaurar un reino y devolver la libertad? Herodes, apóstata de entre los judíos, se había apoderado de un reino, quitó la libertad, profanó los lugares santos, tergiversó el orden establecido y abolió tanto la disciplina como el culto. Con razón las personas santas acudieron a la ayuda divina, pues faltaba la humana, y Dios mismo se hizo presente, para quien el hombre estaba ausente. De la misma manera volverá Cristo para aniquilar al Anticristo, para liberar al mundo y devolverle a la patria del paraíso, para perpetrar la libertad del mundo y para quitar toda servidumbre mundana.

San Pedro Crisólogo.- Sermones, 156,5.

El nacimiento de Jesús

Jesús es nuestra paz. Elige para nacer un tiempo de máxima paz, porque ésta era la razón por la cual había de nacer en el mundo: que el género humano fuera de nuevo conducido a los dones de la paz celestial. De ahí también que esté escrito: “Él es nuestra paz: el que hizo de los dos pueblos un solo”; es decir el Mediador y Reconciliador santo que ha realizado la única casa de Dios a partir de ángeles y hombres. Por eso ha nacido nuestra Señor en tiempos de paz, para que la misma situación histórica enseñara lo que lo que la profecía había anunciado: “Grande es su señorío y la paz no tendrá fin”.

San Beda el Venerable. Homilías sobre los Evangelios, 1,6.

Dio a luz a su hijo primogénito

Primogénito de toda la humanidad. Llama al Señor primogénito no porque haya que creer que la santísima Madre de Dios haya dado a luz a otros hijos después de Él, pues consta que fue memorable por su única y perpetua castidad con su esposo José, sino que le llama rectamente “primogénito” porque como Juan dijo: “a cuantos le recibieron les da potestad de ser hijos de Dios. Entre estos hijos, El posee por derecho el primado, pues antes de que naciera en la carne, era ya Hijo de Dios nacido sin inicio. Bajó a la tierra, se hizo partícipe de nuestra naturaleza, y nos concedió la participación en su gracia, de modo que como dijo el Apóstol, es el primogénito de muchos hermanos.

Beda el Venerable.– Homilías sobre los Evangelios, 1,6.

Le pondrás por nombre Jesús

José pone nombre a Jesús. No pienses que por ser la concepción de Cristo obra del Espíritu Santo, eres tú ajeno al servicio de esta divina economía. Porque, si es cierto que ninguna parte tienes en la generación y la Virgen permanece intacta, sin embargo, todo lo que dice con el padre sin atentar a la dignidad de la virginidad, todo te lo entrego a ti. Ponerle el nombre al hijo. Tú, en efecto se lo pondrás. Porque si bien no lo has engendrado tú, tú harás con él las veces de padre. De ahí que, empezando por la imposición del nombre, yo te uno íntimamente con el que va a nacer. Luego, para que nadie pudiera imaginar que se trataba de verdadera paternidad, escuchad con qué precisión añade el ángel: “Dará a luz un hijo” -dice-. No dijo: “dará para ti a luz un hijo”, sino que lo dejó en el aire. Realmente no lo dio a luz para él, sino para la tierra entera.

San Juan Crisóstomo.- Homilías sobre el Evangelio de Mateo, 4,6.

¿Esperamos a otro?

¿Quién es el que ha de venir? No hace esta pegunta por ignorancia, ya que él mismo lo había mostrado a los ignorantes diciendo: “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, y había oído la voz del Padre que proclamaba como un trueno: “Este es mi Hijo amado en quien me complazco”. Pero así como el Salvador pregunta dónde han puesto a Lázaro para preparar la fe, por lo menos de este modo, a los que le indicaban el lugar del sepulcro y habría de ver resucitado al muerto, así Juan, que iba a ser matado por Herodes, envía a sus discípulos a Cristo para que en esta ocasión, al ver sus signos y milagros, creyeran en él y aprendieran a través de la pregunta de su maestro.

San Jerónimo.Comentario al evangelio de Mateo, 2, 11, 33.

Juan el Bautista

La preparación del camino del Mesías. Mirad, si no, cómo el profeta y el Bautista vienen a parar en los mismos pensamientos, aunque se valen de distintas palabras. El profeta había dicho que Juan vendría diciendo: “Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas”. Y Juan, de hecho, una vez que llegó, dijo: “Haced frutos dignos del arrepentimiento”. Lo que vale tanto como: “Preparad el camino del Señor”. ¿Veis cómo, por lo que había dicho el profeta y por lo que él mismo predicó, resultaba evidente que Juan sólo vino para ir delante preparando el camino, pero no para dar la gracia, es decir el perdón de los pecados? No, su misión era preparar de antemano las almas para que recibieran al Dios del universo.

San Juan Crisóstomo.– Homilías sobre el Evangelio de Mateo, 10,3. 

Sino solo el Padre

Nadie sabe el día ni la hora. Al decir esto, puso de manifiesto que vendrá repentinamente y sin que se le espere, y cuando la mayor parte de las gentes estén entregadas a sus placeres. Lo mismo dice Pablo al escribir: “Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos la ruina” (1 Tes 5,3). Y para expresar lo inesperado, dice: “Como sobreviene el dolor de parto a la mujer en cinta”.

San Juan Crisóstomo.-Homilías sobre el Evangelio de Mateo, 77,2.

Los solados se burlaban también de él

Reproche y malicia. En cuanto a las palabras: “Pero yo soy un gusano y no un hombre, oprobio de los hombres y desecho del pueblo” (Sal 22,7), son una predicción de lo que realmente le está sucediendo; pues el oprobio nos sigue por doquier a los hombres que creemos en Él. Y se llama desecho del pueblo porque, desechado y deshonrado por el pueblo, sufrió cuanto quisieron hacer con Él… En efecto, los que le miraban crucificado movían la cabeza, torcían los labios y refunfuñando decían sarcásticamente entre sí lo que está escrito en los Recuerdos de los Apóstoles: “Hijo de Dios se decía a sí  mismo, que baje de la cruz y eche a andar: Que le salve Dios”.

San Justino Mártir. Diálogo con Trifón, 101,2-3.

Algunos le hablaban del tempo

Las mansiones del cielo. Algunos mostraban a Cristo los maravillosos trabajos realizados en el Templo y la belleza de sus ofrendas votivas. Esperaban que admirara el espectáculo tanto como lo hacían ellos; pero Él es Dios y el cielo es su trono. No consideró importantes aquellas construcciones terrenas. Nada eran en comparación con las mansiones de arriba. Cambiando el sentido de la conversación, Cristo les advirtió que a pesar de la admiración que sentía por la grandiosidad del Templo, llegaría el tiempo en que éste sería destruido en sus cimientos. El poderío de los romanos lo hizo posible y Jerusalén fue destruida. Israel sufrió todo esto después de la crucifixión del Salvador.

San Cirilo de Alejandría.– Comentario al Evangelio de Lucas, 239.

La resurrección de los muertos

El concepto judíos de la resurrección. Los saduceos formaban una secta, dentro del judaísmo, que no creía en la resurrección. Los judíos, fluctuando y dudando, no podían dar respuesta a los saduceos que les proponían tal cuestión, porque pensaban que la carne y la sangre podían poseer el reino de Dios, es decir, que la corrupción podía poseer la incorrupción. Llegó la Verdad, y los saduceos, engañados y engañadores, interrogaban al Señor proponiéndole la misma cuestión. El Señor, que sabía lo que decía y deseaba que nosotros creyéramos lo que desconocíamos, responde, con la autoridad de su majestad, lo que hemos de creer. El Apóstol lo expuso en la medida en que le fue concedido, nosotros hemos de entenderlo en cuanto nos sea posible.

San Agustín.– Sermón 362, 18.