San Rafael
Este es un apartado especial con el que pretendemos realzar la figura del Hermano Rafael, trapanese canonizado en 2009.
Por el momento disponibles la biografía, y «Vida anecdótica», una publicación del Fray Damian Yánez Neira, conoció al Hermano Rafael y convivió con él, es además un gran estudioso de la vida del trapense, con ilustraciones de Fray Luis, ambos, monjes de esta Abadía. Esta publicación se irá entregando por partes.
Esperamos que el especial les resulte interesante.
«¡Sea,Señor, cumplida tu voluntad! ¡Pero no tardes, Señor, mira que tu siervo Rafael tiene prisa de estar contigo… de ver a María, tu Santísima Madre…de cantar tus alabanzas con los santos y con los ángeles. ¡Qué hermosa profesión voy a hacer el día de mi muerte!¡Votos eternos de amor…! ¡Para siempre…, siempre, siempre! ¿Quién piensa en la tierra y en los hombres? Todo es perecedero, pequeño y deleznable…¡Sólo Dios…¡Todo lo externo es vanidad!»
Breve Biografía
El Beato Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.
Dotado de una precoz inteligencia, ya desde su primera infancia daba señales claras de su inclinación a las cosas de Dios. En estos años recibió la primera visita de la que había de ser su sino y compañera: la enfermedad que le obligó a interrumpir sus estudios.
Recuperado de ella, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la Santísima Virgen, a finales de verano de 1922 lo llevó a Zaragoza, donde le consagró a la Virgen del Pilar, hecho que no dejó de marcar el ánimo de Rafael.
Trasladada su familia a Oviedo, allí continuó sus estudios medios, matriculándose al terminarlos en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.
Con una inteligencia brillante, Rafael estaba dotado de destacadas cualidades para la amistad. A la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, crecía también en su experiencia espiritual de vida cristiana.
En su corazón bien dispuesto, Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida monástica. Habiendo tomado contacto con el monasterio cisterciense de San Isidro de Dueñas -su Trapa- se sintió fuertemente atraído por lo que vio era el lugar que correspondía con sus deseos íntimos. Allí ingresó el 15 de enero de 1934.
Dios quiso probarle misteriosamente con una penosa enfermedad -la diabetes sacarina- que le obligó a abandonar tres veces el monasterio, adonde otras tantas volvió en aras de una respuesta generosa y fiel a lo que sentía ser la llamada de Dios.
Santificado en la gozosa fidelidad a la vida monástica y en la aceptación amorosa de los planes de Dios, consumó su vida en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién estrenados los 27 años, siendo sepultado en el cementerio del monasterio.
Pronto voló imparable su fama de santidad allende los muros del monasterio. Con la fragancia de su vida, sus numerosos escritos continúan difundiéndose con gran aceptación y bien para cuantos entran en contacto con él.
El 20 de agosto de 1989, SS. Juan Pablo II, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, le propuso como modelo para los jóvenes en Santiago de Compostela, declarándolo Beato el 27 de septiembre de 1992 para gozo de la santa Iglesia y prenda de gracias para todo el pueblo de Dios.
San Rafael: Vida Anecdótica
INDICE
1. Primeras Sonrisas Marianas
2. Colegial
3. El Padre
4. Tenía un «flaco»
5. La madre
6. Estampa de Rafael
7. Recuerdos hogareños
8. Afición pictórica
9. Joven compasivo
10. Conquista el corazón
11. Ambiente familiar
12. En Madrid
13. Contemplativo
14. Hombre de la guasa
15. Sigue la guasa
16. La alfombra tentadora
17. Lider ideal
18. El Duque de Maqueda
19. La Duquesa de Maqueda
20. Vida privada
21. Fiestas en Pedrosillo
22. Dos cazadores debajo de una encina
23. Alborear de una vocación
24. Contacto con la Trapa
25. Sorpresas
26. La Salve
27. Entre los legos
28. Hacia el Carmelo
29. «Yo no soporto esto»
30. Le apasiona le volante
31. Alpinista
32. Esquiando
33. ¿Y quién es Azaña?
34. Caricaturista
35. Puntualidad
36. Ideal Transparente
37. Huye del mundo
38. Cambia de parecer
1. PRIMERAS SONRISAS MARIANAS
Abril, 9 de 1911, Rafael brota como flor primaveral en Burgos.
Primogénito de cuatro hermanos, sus padres, don Rafael Arnáiz Sánchez de la Campa, ingeniero de montes, y doña Mercedes Barón Torres, pertenecían a una familia de clase acomodada.
Nada novedoso ocurrió en su infancia. A los nueve años ingresó en el colegio de la Merced, regentado por padres de la Compañía de Jesús. En su alma angelical depositaron los hijos de san Ignacio gérmenes de aquella profunda espiritualidad que fructificaría con los años hasta llegar a un grado eminente.
Nunca padeció quebrantos de salud hasta 1920 en que se le declaró una pleuresía que le obligó a dejar el colegio. Una vez restablecido, sus padres le llevaron a Zaragoza para dar gracias y ofrecérselo a la Virgen del Pilar. No sabemos las impresiones experimentadas en aquel primer contacto de Rafael con la Virgen, tan maternal como se muestra en aquella basílica mariana. Podemos deducir algo de las palabras de su madre: «La Virgen se fijó en aquella alma inocente con singular predilección, porque si antes lo era, a partir de aquella visita al Pilar, se manifestó devotoPrimeras Sonrisas marianas ardentísimo de María y sus ojos se iluminaban cada vez que hablaba u oía hablar de Ella». Coincide su hermano Luis Fernando asegurando que fue su padre quien hizo «el ofrecimiento de su hijo a la Santísima Virgen del Pilar, empezando ya la Señora – como Rafael la llamaba- a protegerlo bajo su santo manto».
Ciertamente, Rafael llegó a ser uno de los más finos amantes que ha tenido la Señora, de tal manera que cuando escribe sobre ella lo hace con delicadeza, profundidad y ternura admirables hasta el punto de que sus palabras son un eco de las enseñanzas brotadas de la pluma de san Bernardo, en cuya orden encontró no sólo camino seguro de salvación, sino, escenario adecuado para escalar las metas más encumbradas de la santidad.
Aquellas primeras sonrisas prodigadas por la Virgen a su fidelísimo siervo, llegarían a desarrollarse con el tiempo en unas experiencias marianas que tuvo el acierto de depositar en sus escritos que hoy forman las delicias de las almas piadosas que acuden a ellos ansiosas de saturarse de fervor mariano.
2. COLEGIAL
Iniciados sus estudios en la Merced de Burgos, poco tiempo permaneció en la ciudad castellana, porque habiendo ascendido su padre en el escalafón, se trasladó a Oviedo con toda su familia en 1922, fijando allí su residencia definitiva.
Rafael continuaría su formación en el colegio de san Ignacio de la misma ciudad, dejando en él gratísimo recuerdo: «Desde el primer momento se echó de ver en él -habla el prefecto de estudios- al muchacho acostumbrado a la vida de colegio de la Compañía. Venía entonces del externado de Burgos, encajando sin dificultad en la marcha del nuevo para él, que le admitía a cursar el segundo año de bachillerato. Niño inteligente, constan sus notas de aplicación en el libro de matriculados, destacándose por su buena disposición para matemáticas, no tanto en letras, precisamente donde más tarde tanto había de lucir, como demuestran sus diarios Colegialintimos, que, si son los de un hombre que, ilustrado por Dios descubre su altura de aspiraciones en la unión con El, ellos reflejan luces de inspiración artística».
Añade que pronto se captó la simpatía de los demás muchachos, sobre todo hace resaltar su formalidad y piedad intensa que le grangeó el distintivo de pertenecer a la directiva de la Congregación Mariana. Pero estas alabanzas no obstan para reconocer que Rafael -además de inteligente y alegre-, era algo «travieso en los juegos». Esto quiere decir que se parece bastante a nosotros, que sin duda hemos hecho lo mismo. No lo podía remediar: estaba lleno de vitalidad, resultado proféticas las alabanzas con que termina su informe: «Joven Elegante, espíritu selecto, artista; alegría de cielo en el que pensaba a través de la Trapa con fe viva y ardiente deseo de poseerlo, entrando su vida precaria en salud con el mismo ardor que el robusto religioso la entrega a la observancia».
La sólida formación impartida por los hijos de san Ignacio, fue completada en el hogar paterno, por haberse sentido siempre Rafael arropado y protegido tanto por sus padres como por sus hermanos. Tal arropamiento, junto con la paz y armonía reinantes en aquel hogar privilegiado -a pesar de que todos los hermanos fueron educados en una gran libertad de espíritu- contribuyeron a que Rafael y dos de ellos eligieran la mejor parte: se consagraran a Dios en la vida religiosa, según hemos de ver muy pronto.
3. EL PADRE
Vamos a dedicar breves notas ambientales al matrimonio ideal que supo crear un hogar hondamente cristiano que, a pesar de que serían muy probados por el Señor, recibieron a su vez grandes bendiciones, por cuanto florecería en sus hijos una piedad muy acepta a Dios, según demuestran los hechos.
Don Rafael Arnáiz nació en Burgos en 1883 de familia bien situada, pues su padre, don Arturo Arnáiz, fue alcalde de la ciudad durante muchos años. Estudió la carrera de derecho, y hallándose a punto de terminarla, no llenándole del todo la abogacía, la dejó y se encariñó con la de ingeniero de montes, que sería la que condicionaría su vida. Le atraía el contacto con la naturaleza, el vivir al aire libre recorriendo los bosques y fomentando la repoblación forestal.
Dicen que cuando se reunía en tertulia con sus amigos lo pasaban en grande, porque era muy dado a recitar poesías de todo tipo, con una voz sonora que les entusiasmaba. Su biblioteca particular contaba con alrededor de seis mil volúmenes.
Nota característica de su persona era la generosidad. Nunca regateaba nada a sus hijos. «Cuando tu hermana se fue al convento -se queja a uno de ellos- me ha dejado cuentas por todos los lados». De varios restaurantes le habían pasado cuentas de Mercedes de comidas con sus amigas. Botones de varios cafés le habían pedido dinero porque su hija Mercedes lesEl Padrehabía comprado tabaco y no lo había pagado. Es que por donde iba Mercedes iba convidando a todo el mundo y dejándolo todo a deber para que lo pagase su padre; y su padre todo lo más que le decía era: «¡Pero Hija, no me dejes deudas!», mas pagaba encantado porque era su hija y la quería con obesión. -«Es que se me acabó el dinero que llevaba, patrón-» le contestaba ella sonriendo, sabiendo que con aquella sonrisa su padre o patrón -como le llamábamos- se desarmaba y quedaba pagado con creces».
Admirablemente generoso, los cuatro hermanos ansiaban viajar con sus padres, porque «teníamos que ir siempre a los mejores hoteles y a los mejores sitios para comer, siempre bien trajeados y limpios, Dios nos librase de unos zapatos sucios o una camisa con el cuello un poco usado; con el gusto particular de cada uno de nosotros no podía, daba su parecer, pero de ahí no pasaba».
4. TENIA UN «FLACO»
En el hogar de don Rafael fueron apareciendo cuatro vástagos: El hoy Bto. Rafael, Luis Fernando, Leopoldo y Mercedes. Con la muerte de Luis Fernando el pasado 17/XII/99 -cuando se escribían estas páginas- todos se hallan ya en la eternidad. El segundo, único que contrajo matrimonio -fallecido en la primavera de 1999- en unas confidencias hechas hace unos años, descubre el «flaco» que tenía su padre, y algunas particularidades de Rafael.
Respecto del primero:»En cuestión de dinero nunca regateaba, aunque él era un hombre muy metódico con su dinero y previsivo, teniendo siempre en cuenta lo que iba a gastar. Era muy ordenado, un gran adminisotrador. Si yo le pedía dinero nunca me dijo que no; yo tenía siempre todo el que le pidiese, más el que le pedía a mi madre; con mis hermanos era exactamente igual.
Tenía un Flaco – Hno Rafael www.mosteirodeoseira.orgA mi hermano Fernando le mandaba más del doble de lo que necesitaba para vivir; y, en el caso de Rafael no digamos nuestro hermano Rafael que era un hombre que no tenía ningún sentido económico,muy desprendido, con mucha facilidad soltaba todo el dinero que tenía al primer pobre que se encontraba.
Algunas veces, claro, mi padre le ponía cara larga: «pero hombre, hay que administrarse y organizarse mejor. -¿No comprendes, patrón, que si encuentro una necesidad y yo tengo dinero, lo tengo que dar? -Claro, decía mi padre, lo tienes que dar,pero ten en cuenta, hijo, que se trata de un dinero mío. Bueno, patrón, para el caso como si fuera mío, decía Rafael. Pues si, forzando la cosa, si, le contestaba riéndose mi padre. Era un hombre con un sentido irónico muy grande, mucha ductilidad, sobre todo era un hombre comprensivo».
Con su esposa era de una exigencia terrible. Si la veía con un vestido que a él no le agradaba, le solía decir:»Mercedes, quítate ese vestido, que no me gusta por esto y por esto». Y acertaba: jamás se lo ponía ya. Otro detalle de la armonía reinante entre aquellos esposos está en que ella, a pesar de ser escritora de pluma bien cortada, nunca enviaba a la imprenta cosa alguna sin que antes su marido le diera el visto bueno,lo que indica la vasta cultura de aquel hombre.
M ás adelante destacaremos otros valores peculiares de don Rafael, sobre todo la manera ejemplar como se condujo al recibir la noticia inesperada de que Rafael dejaba su carrera de arquitectura para ingresar en la Trapa.
5. LA MADRE
Doña Mercedes Barón Torres nació en Filipinas en 1882. Fue la hija mayor de don Alvaro Barón Cea-Bermúdez -oriundo de Sevilla, marino de guerra, comandante de la isla de Mindanao- y de doña Fernanda Torres Herro, natural de Toro, hija de los Marqueses de San Miguel de Gros.
Mujer superdotada y de condiciones físicas envidiables, tenía mucha facilidad para la literatura y la música. A estas y otras cualidades se unía un gracejo peculiar, heredado de su padre andaluz.»Era una mujer muy guapa -dice uno de sus hijos- un tipo muy bien formado, una figura espléndida. Llamaba la atención e impresionaba cuando se la veía entrar en algún salón muy bien vestida, muy enjoyada, con yojas muy buenas, la gente se quedaba mirándola ella lo sabía, mas no le daba importandia alguna».
«Fue nuestra madre -añade otro- una mujer de fe fantástica que supo inculcarla a sus hijos. En realidad su vida fue de una cruz continua. A su hijo Rafael le vio enfermar gravemente ya de joven con una pleuresía, salir de casa para hacer sus estudios en Madrid, ingresar en laLa madre – Hno Rafael www.mosteirodeoseira.org Trapa, recibirlo enfermo, volver a despedirse de él por tres veces para ingresar en la Trapa y, por último, no verle morir ni acercarse a su sepultura. A su hija Mercedes la vio casi siempre enferma desde la juventud, ingresar en las Madres Ursulinas, salir enferma tuberculosa y morir a los 28 años de edad. A su marido morirsele en sus brazos a los 62 años, A mí, Luis Fernando, salir de casa a los 17 años para estudiar, tenerme todo el tiempo en primera linea del frente en la guerra española de 1936 y luego ingresar en la Cartuja».
La descripción que la Sagrada Escritura hace de la mujer fuerte, revestida de bellas cualidades, se pueden aplicar en mayor o menor escala a doña Mercedes. Comenta uno de ellos:»En realidad fue una gran aceptadora de la voluntad divina y a ella creo que nosotros sus hijos le debemos nuentra vocación, pues tanto a Rafael como a Mercedes y a mí, una vez que ingresamos en Religión, sus cartas eran alentándonos a continuar en el camino emprendido; por eso Rafael en sus escritos dice que nunca ha llorado más a gusto que con las cartas de su madre, enorgulleciéndose de ello».
6. ESTAMPA DE RAFAEL
Aseguran todos que heredó de su madre gran cúmulo de cualidades físicas y morales. Como ella, era un tipo elegante, bien proporcionado, con un humor siempre en fiesta.A su lado -puedo atestigarlo por propia experiencia- no cabía el aburrimiento, antes contagiaba su alegría.
Poseía ella gran capacidad de mando e influencia en la vida de los demás, hasta el punto de que cuantos la rodeaban tenían que bailar al son que tocase, hacer lo que ella quería, porque sabía imponerse con su palabra persuasiva y dominante. De la misma manera Rafael lograba imponer sus criterios a todas aquellas personas que trataban con él, porque todos, quisieran o no, tenían que doblegarse a lo que él quería, pero esos triunfos los conseguía no imponiéndose, sino a fuerza de ir sembrando inquietudes en las personas.
Adelantemos algunos sucesos. A su hermana Mercedes, después de una grave enfermedad en que estuvo desahuciada pero obtuvo la curación por mediación suya: tanto le repitió que debía ser agradecida a Dios, que sólo él puede llenar el corazón y el alma, que debía buscar a Dios por encima de todo; que al fin ella se rindió a sus persuasiones y optó por la vida de consagración a Cristo, dejándolo todo por su amor. Lo mismo hizo con sus hermanos Luis Fernando y Leopoldo. El primero se hizo cartujo, y el segundo abandonó los estudios de abogado para ponerse al frente de la labranza.
Estampa de Rafael – Hno Rafael www.mosteirodeoseira.orgEste mismo cuenta las cualidades morales que Rafael: «Era un hombre de un humor contagioso, realmente enorme; tenía un sentido de ironía muy grande; en primer lugar se reía de si mismo y de su sombra. Se reía de todo lo risible hasta el punto que, al cabo de los años, las meditaciones que yo he tenido con él verbalmente, una de las cosas que más me ha chocado y que más recuerdo, es la consideración de la risa de Dios, de hasta qué punto Dios se ríe de nosotros, cuando nos ve hacer el tonto, como lo hacemos continuamente todos.
Este sentido de la ironía llevado a extremos inconcebibles, mucho más de lo normal, era la ironía continua, era la guasa constante, era un hombre graciosísimo, había heredado de su madre toda la gracia andaluza de los que salen graciosos, y era muy salao. Imitaba toda clase de voces, pues tenía un buen sentido musical, hablaba muy bien francés; para hacer reir estaba siempre dispuesto a hacer lo que fuera, sobre todo a sus hermanos pequeños.
7. RECUERDOS HOGAREÑOS
Decíamos que la formación impartida por los hijos de san Ignacio la completaron sus padres en el hogar, donde la madre vivía siempre pendiente de sus hijos, esmerándose en que sus costumbres fueran puras desde la infancia. Todas las nocheEstampa de Rafael – Hno Rafael www.mosteirodeoseira.orgs -de manera invariable- en aquel hogar se rezaba el santo rosario en familia. Por lo general era la madre quien lo dirigía, y como recaía sobre ella el peso de la casa, nada extraña que a veces -a causa de alguna visita importuna o por otro motivo- mostrara deseos de terminar antes de lo debido, atropellando un poco las oraciones. Rafael, que estaba a su lado, le tiraba con disimulo de la manga diciéndole por lo bajo: «Mamá, no corras tanto».
Este sencillo dato demuestra ya lo que era en la infancia aquel niño, que, andando los años, llegaría a ser el amante apasionado de la Señora, de la que escribiría páginas tan encantadoras sobre ella.
Los días que no tenían colegio, los tres hermanos acudía con la madre a oir la santa Misa y comulgar y, luego, al tiempo de dar gracias, se ponían de uno en uno junto a ella, recitando oraciones especiales que ella les había enseñado.¡Magnífica labor pedagógica la de esta mujer en la manera de educar a sus hijos en verdadera fe y sólida piedad!
Al par que la formación cristiana y humanística, se esmeraron en despertar en ellos aficiones musicales. «Cuando había conciertos en la Filarmónica salíamos los tres hermanos del colegio por las tardes antes de que éste terminase, pues así se lo había pedido mi madre a los Padres Jesuitas.
Salíamos los tres hermanos corriendo al teatro Campoamor, donde nuestros padres, junto con nuestra hermana Mercedes -que también había salido del colegio de las Ursulinas- siempre en la misma platea estaban esperando nuestra llegada; pues sobre todo nuestra madre tenía un interés muy grande en que sus hijos se educasen musicalmente».
Aquella preocupación de los padres en formarles en la música, caló hondo en casi todos, menos en Luis Fernando, quien afirmaba que ni a él ni a su padre se le daba la música. En cambio, la madre tocaba muy bien el piano, Rafael el violín, Mercedes el violonchelo y Leopoldo la flauta, formando entre todos una orquesta que les mantenía unidos y les hacía pasar ratos muy agradables.
8. AFICION PICTORICA
Fue muy destacada en Rafael ya desde sus primeros años. Dandose cuenta de ello sus padres, le buscaron un profesor competente -don Eugenio Tamayo, maestro paisajista- para que le instruyera debidamente. A las pocas lecciones echó de ver el maestro las bellas disposiciones del discípulo, simpatizando muy bien ambos y ponderando los progresos de Rafael: «Era magnífico en el arte decorativo, habiendo hecho cosas verdaderamente notables.
Aún conservo -a pesar de haber pasado la guerra por mi archivo artístico- una fotografía de un capitel con estas palabras:»Con un dibujo igual que éste, aprobé el lavado en la Escuela de Arquitectura el año 1932. Ninguna proyecto realizaba sin consultarlo primero con su profesor, coincidiendo ambos en los mismos puntos de vista en los que centraba sus trabajos.
En óleo, lo mismo que en acuarela, era de una factura amplia que resolvía con cuatro pinceladas hondamente descriptivas, sin minuciosidades; sabía dar alma y ambiente a lo que hacía.»Recuerdo, en nuestras frecuentes excursiones cómo le fascinaba el magnífico acantilado del Cabo de Peñas, en las costas de Asturias, por la coloración especial y cambiante de sus rocas. Dábase el caso curioso de que, al hacer Rafael paisajes, estorbábale en él toda figura humana, y no hay una sola de sus obras en que la mancha de una figura reste ni distraiga a la luminosidad del ambiente».
Don Antonio Cobos, crítico de arte, luego de analizar toda la obra pictórica de Rafael, asegura que había en él madera suficiente para llegar a adquirir gran popularidad, de haber continuado desarrollando las bellas disposiciones de que estaba adornado, pero Dios tenía otros planes muy distintos sobre él, porque cuando más embebido estaba en su formación pictórica,Dios se le cruzó en el camino, le presentó un género de vida desconocido: el secreto de la Trapa, le pidió que le siguiera, y él dejando al instante la carrera y todas sus aficciones pictóricas, no paró hasta convertirse en un morador más de la casa de Dios.
Es cierto que allí seguiría ejercitando su afición predilecta, pero sólo de manera secundaría, porque descubrió que todo cuanto no era Dios, no merecía gran interés.
9. JOVEN COMPASIVO
En un salmo cantamos: «El Señor el compasivo y misericordioso», dos cualidades que se completan y se hallan muy destacadas en Dios. Los santos participaron también de ellas en mayor o menor escala, fueron un reflejo de la bondad de Dios, se compadecieron de los pobres. Rafael no podía ser menos, lo manifiesta en su vida en multitud de detalles.
En el proceso de beatificación encontramos testimonios valiosos de acontecimientos salientes en su vida, en los cuales brillan por sus virtudes heroicas. El siguiente parece arrancado de las florecillas fascinantes de san Francisco de Asís, o de la vida de aquellosEstampa de Rafael – Hno Rafael www.mosteirodeoseira.orgsantos que se distinguieron por una cariedad ardiente hacia el desvalido. Lo cuenta una de las sirvientas que tuvo muchos años el matrimonio Arnáiz-Barón, natural de Villasand ino, pueblo en que la familia tenía una casa solariega a la cual se retiraban temporadas para disfrutar del sol radiante de Castilla.
En el proceso de beatificación ponderó las grandes virtudes que presenció en Rafael durante los años que coincidió con él en el hogar paterno. Según ella, era respetuosísimo con la servidumbre, a la que jamás molestaba lo más mínimo sin que les pidiera ni un vaso de agua, porque cuando tenía sed iba él al grifo, y no consentía que le limpiaran el calzado, antes lo hacía el mismo. Añade otros muchos detalles por el estilo.
Era muy aficionado a visitar las casas de los pobres para consolarles y entregarles limosnas. Un día, al visitar un hogar humilde, la señora de la casa acababa de dar a luz y carecía de ropa y alimento. Rapidamente marchó Rafael a casa, expuso la necesidad a su madre, y ésta comenzó a revolver armarios,fue sacando prendas y las echaba en una sábana. Cuando terminó llamó a Rafael para decirle que ya podía recogerla.
Acudió presuroso, pero en vez de avisar a nadie, hizo un envoltorio, se lo cargó al hombro, marchando con presteza a casa de aquella familia pobre sin tener en cuenta el qué dirán de las gentes al ver a un joven de su calidad, tan bien vestido, cargado con aquel bulto, como si se tratara de un mendigo. La madre, al ver que cargaba con la ropa, quiso disuadirle para que no se riera la gente, pero le contestó diciendo:»Si la gente se ríe, que se ría, Dios sabe que voy a hacer una obra de caridad con aquella familia».
10. CONQUISTA EL CORAZON
Desde sus primeros años de estudiante Rafael realizaba excursiones acompañado del profesor Tamayo con objeto de reproducir paisaje o rincones pintorescos. Otras veces hacía recorridos de varios días por los montes asturianos, acompañado de su hermana Mercedes, que le encantaba salir con él. Ambos iban vestidos con ropa campestre y de ordinario se hospedaban en casas forestales o de los mismos guardas, pues disfrutaban del trato con la gente sencilla y humilde y se hacían querer.Hno Rafael: Vida anecdótica
Una de las poblaciones que atrajo siempre las predilecciones de Rafael fue Santillana del Mar, población cántabra distinguida por sus monumentos notables. No es posible omitir un episodio relacionado con su primera excursión realizada a esta villa, por cuanto nos descubre el modo de ser de Rafael ya en sus años juveniles.
Cierto día rogó a su padre que le llevara a Santillana. Tomó sus bártulos de pintura y se encaminaron allá con objeto de pasar unos días entregado a su afición favorita. No conocía a nadie. Tenía por costumbre dirigirse a la iglesia parroquial para hacer la visita al Amo -según llamaba a Jesús Sacramentado-. Allí se encontró con el señor cura, que estaba orando, se le acercó a saludarle. Luego de cambiar impresiones, le preguntó si podría hospedarse en su casa. El sacerdote quedó extrañado ante tal petición, pues no le conocía de nada, mas al ver su porte exterior y la sencillez con que se lo pedía, accedió fácilmente, y sin más, le mandó recoger sus cosas y seguirle hasta su casa.
El día señalado para recogerle, volvió su padre, se dirigió a la casa rectoral, donde encontró a Rafael como si fuera un familiar más. La hermana del cura le explicó cómo en el primer momento ella se había indignado con su hermano, diciéndole cómo se atrevía a llevar a casa a un muchacho desconocido sin saber quién era; mas luego se le había pasado el enfado, porque tan pronto empezó a hablar con Rafael, se le hizo simpático, que el panorama cambió por completo. Los días que pasó con ellos,le tomaron gran afecto, y cuando quiso pagar la estancia,no admitieron ni un céntimo.
No obstante, Rafael, agradecido por el hospedaje, les dejó como recuerdo uno de los cuadros que había pintado, regalándolo luego ellos a la abadía de San Isidro de Dueñas donde figura hoy en la exposición.
11. AMBIENTE FAMILIAR
Admirable el proceder del matrimonio Arnaiz Barón en la educación de sus hijos. Dice uno de ellos que jamás castigaron a ninguno, antes les daban plena libertad, y si llegaban tarde,jamás preguntaban dónde habían estado.Esa libertad que se les concedía, les obligaba a corresponder y a vivir más unidos entre si. No obstante,las horas de comer y cenar eran sagradas,tenían que estar puntualmente a ellas, para que el padre no levantaba la voz.
El ceremonial de la mesa quizá resultara a primeHno Rafael: Vida anecdótica www.mosteirodeoseira.orgra vista un tanto serio, pues cualquier deficiencia que notara el padre era suficiente para que agriara el gesto, sin que ello significara que por eso se nublara el sol. Era como una escuela de buena conversación, porque era muy exigente en el modo de hablar: no podían deslizarse lo más mínimo, sin que al punto los demás hermanos o los padres llamaran la atención. Resultaba sumamente aleccionador para que los cuatro hermanos se acostumbraran a hablar con propiedad. Cualquiera palabra mal sonante o una construcción gramatical mal hecha, se corregía al punto.
Como dato curioso que denota el gran sacrificio que se impuso Rafael al escoger una orden religiosa profesional del silencio, en la mesa casi siempre llevaba la voz cantante, y el tema favorito adonde llevaba la conversación ya se sabía, ¡Dios! El caso es que todos le escuchaban con agrado, tanto sus padres como sus hermanos,sin que se hiciera pesada esa insistencia machacona de llevar siempre el agua al mismo molino.
Otro dato que evidencia no menos heroísimo al elegir la Trapa, está su afición a la buena mesa. No era un glotón ni de mucho comer, pero le agradaban las viandas buenas y bien condimentadas. Conocía al dedillo los restaurantes madrileños mejores y las especialidades que en ellos se preparaban. Los amigos de pensión en Madrid, dicen que jamás se quejaba de la comida, aunque no estuviera bien condimentada. Siempre solía decir a la servidumbre que la comida estaba buenísima…, a pesar de la indignación del algún compañero.
Rafael era incapaz de quejarse de nada ni que sus palabras pudiesen herir lo más mínimo;todo lo más que hacía, cuando la comida estaba mal, era reírse como guaseándose de si mismo y de la comida, pero se la comía. Su guasa era continua, alegre y contagiosa.
12. EN MADRID
«Era su sueño, su ilusión, dibujar, pintar, llegar a ser algo, plasmar en lienzos y cartulinas lo que su alma de artista concebía, abarcando todo lo que tuviera un atisbo de arte». Estas afirmaciones de su madre definen las aficiones de Rafael,que no disminuían, antes seHno Rafael: Vida anecdótica www.mosteirodeoseira.orgacrecentaban con los años hasta concretar su decisión por una carrera adecuada a las mismas. Eligió la Arquitectura y se trasladó a Madrid, instalándose allí en compañía de su hermano Luis Fernando y otros dos amigos asturianos.
De aquellos años se conservan sabrosísimas anécdotas. «Antes de empezar mis estudios de ingeniero en Bélgica -cuenta Luis Fernando- estuve durante un año estudiando en Madrid, coincidiendo allí con Rafael. Vivíamos cuatro estudiantes asturianos en la pensión del Callao, en el Palacio de la Prensa del Callao. Eramos los únicos estudiantes que había en la pensión, pues casi toda era gente ya mayor. Pensión muy seria y muy bien arreglada. Fue un año muy agradable de convivencia con mi hermano Rafael».
Refiere detalles de la vida estudiantil, sobre todo la manera de ocupar el tiempo libre. Los domingos asistían en el Paseo de Rosales a los conciertos de la Banda Municipal, dirigida por el maestro Villa. Pero no frecuentaban ningún espectáculos profano. Pero «una noche me empeñé en que me acompañase a una función de teatro de Muñoz Seca; fue la única vez que le vi ir a un espectáculo profano. Me costó bastante trabajo convencerle y creo que me acompañó más por caridad hacia mi, por lo que le había insistido, que por deseo propio de ver dicha función. Desde luego, gocé viendo a mi hermano reirse durante la misma. Al salir me dice medio en serio medio en broma: «A mí no vuelves a arrastrarme a estos sitios». -Pues bien que te has reído, le dije. «Efectivamente me he reído, pero es una pérdida de tiempo». Para Rafael, todo lo que no fuese buscar a Dios era pérdida de tiempo.
Todos los días hacía su visita al Santísimo permaneciendo largo tiempo en la iglesia. Era muy bohemio y muy raro que siguiese un horario fijo. Tenía que vivir a su talante, siempre con un comportamiento admirable. Amigo de la juerga, de mirar todas las cosas por el lado divertido, jamás lastimaba a nadie lo más mínimo.
13. CONTEMPLATIVO
Hay un sencillo episodio de cuando su estancia en Madrid, en el que se revelan ciertos atisbos del natural contemplativo de Rafael, que le caracterizaría en sus últimos años y a la vez evidencia la certeza del camino elegido.
Ya hemos visto cómo rehusaba asistir a ningún espectáculo profano y llevaba un horario particular a su modo, para reglamentar el tiempo que sus estudios le dejaban libre. De ordinario nunca se retrasaba en recogerse a la pensión a última hora. Sólo una noche se descuidó de tal manera que dieron las dos de la mañana y Rafael no aparecía.
Su hermano estaba preocupado pensado si le habría sucedido algún percance. Al fin llegó, y al preguntarle dónde había estado -pues le había mantenido en vilo tanto tiempo-, se limitó a contestar sonriendo «que le perdonase, pues se había sentado en banco de la Castellana -ya que la noche era serena y espléndida- y pensando en Dios se le pasó el tiempo sin darse cuenta». La contemplación de Dios, las maravillasHno Rafael de la creación, atrajeron siempre su alma soñadora y enamorada del divino Hacedor. Nada extraña que ya entonces pensara escoger una vida retirada del mundo para entregarse sin reserva a la contemplación de Dios y de sus obras.
Los días que sus estudios le dejaban libre, en vez de salir de paseo, prefería colocarse ante el caballete de dibujo, plasmando lo que llevaba dentro de su pecho y pasando tardes enteras perfeccionando aquellas cualidades excepcionales de que estaba adornado.
Escribiendo a su padre le da cuenta de algunos pormenores, entre ellos que se levanta todos los días a la seis y media de la mañana: «Podéis creerlo o no creerlo, pero es la verdad, pues antes tenía la buena costumbre de ir a comulgar todos los días y he comprobado que, empezando el día entregándome en manos de Dios, sale todo mucho mejor; el estudio aprovecha más y si no fuese por el Amo, que tanto me ayuda, yo no serviría para nada; y además, a alguien tengo que dar cuentas de todos mis actos buenos o malos, ¿no te parece?» Más adelante le hace relación del dinero que va a necesitar para aquellos días, y se cansa y se equivoca, y se hace un lío.
14. HOMBRE DE LA GUASA
Decía uno de los hermanos que Rafael era el hombre de la guasa perenne. No se equivoca. Veamos qué ocurrencias acuden a su cabeza cuando escribe al otro hermano.»Te he agradecido mucho Hno Rafaeltu carta, pues eres el único de la familia que cuentas las cosas con detalle; únicamente tienes un defectillo escribiendo y es que tus cartas agotan los pulmones a cualquiera, te explicaré.
A mí ya sabes tú que me gusta leer con entonación y parándome en todos los puntos y respirando en las comas… Pues bien, empecé a leer y, cuando acabé, tuvieron que darme un balón de oxígeno, para producirme la respiración artificial…Hijo de mi alma… tú sabes lo que son diez cuartillas sin una coma y sin un miserable punto…, pues representan quince minutos hablando sin respirar y te aseguro que es molestísimo y se pasa muy mal…
Hazme el favor cuando escribas de poner una coma cada cinco palabras, unas cuantas interrogaciones, puntos suspensivos, exclamaciones, comillas, etc. Todos los signos que se te ocurran y, si no sabes dónde ponerlos, pues los pones a bulto o si no te haces una regla muy fácil para escribir, y es la siguiente: todas las palabras que acaban en o las pones una coma; las esdrújulas terminadas en s, un punto y una coma; detrás de los verbos irregulares les plantas una exclamación y así sucesivamente. La cuestión es que pongas algo donde sea, pues no hay derecho a tener al prójimo 15 minutos sin respirar.
Cuando las cartas son de un hermano, lo mismo da que estén con faltas o sin ellas…, y si quieres que te diga la verdad, me gustan más las cartas con faltas de ortografía que sin ellas. Las faltas en la escritura revelan la personalidad de la persona que escribe, su temperamento y modo de ser, y en el momento que todos escribimos igual…, con las haches en su sitio, sin confundir la v y la b, entonces el género epistolar habrá perdido toda su gracia… El escribir sin faltas de ortografía se queda para los académicos, esos señores inútiles, y con gafas, petulantes y llenos de palabras raras, que te mientan la Academia de la Lengua, en cuanto te descuidas en un acento…¡Bah! No les hagas caso, tu escribe como te dé la gana -pero por Dios, pon comas- y no te preocupes de más.
Cuánto más expresivo es decir, por ejemplo, en la descripción de un paisaje:»Los acantilaos hestavan cortaos apico, avia un mar encrespao y aya en la legania, cocultaba el sol entrre las nobes rogas»…
15. SIGUE LA GUASA
La simpatía de Rafael era arrolladora. Refiriéndose a una licenciada que había en la pensión, físicamente bien poco afortunada, sabe sacar partido de ella con sus ocurrencias. Después de decir a los suyos que se ha comprado un pájaro que tiene en una jaula para llevarles cuando las vacaciones de Navidad, continúa: «La licenciada nos ha dado tres claveles que tenemos puestos en un florero con agua, al lado del pájaro… Como ves, sigue la cursilería…, el pájaro, las flores y, atérrate, un gramófono con tangos… El gramófono también nos lo ha dejado la licenciada, porque resulta que a ella no le cabe en la habitación. Puedes creerme, su habitación es tan chica, que no caben tres personas de pie, y claro, un gramófono-maleta abulta bastante.
Te advierto que esta muchHno Rafaelacha es una alhaja… A mí me ha limpiado el abrigo de manchas, a Juan le va a coser la gabardina, y hoy nos ha convidado a buñuelos de viento, todo eso a cambio de un poco de conversación, pues habla por catorce y además, tiene una risa histérica que le da en el comedor, que una vez tuvieron que darla una inyección para que se calmara.
Después de rezar el rosario hemos salido al pasillo y hemos bailado una jota, después hemos representado el Tenorio, y cuando yo estaba con una colcha encarnada y un pincel en el sombrero, recitándole a Doña Inés:»No es verdad, ángel de amor…,etc», oímos unos aplausos por el patio y era la dueña de la pensión con todas las criadas…, yo no sabía qué hacer con la colcha; pues hemos tenido que seguir… En fin, que lo que menos de creías que estaba haciendo tu hermano…, era el Tenorio… pero no hubo más remedio…
De Madrid y sus habitantes, nada te digo, la gente sigue paseando, unos a prisa y otros despacio, según lo que tengan que hacer, y el tránsito callejero está demasiado animado…Mucho pedigüeño, vendedores de lotería y «taxis»…, bocinazos, pisotones, luces que se encienden y se apagan, escaparates para cosas caras y, en cambio, el cielo que es lo más bonito de Madrid, cortado a pedazos y herido por los infinitos cables de tranvías y por los aleros de los tejados…, y que no puedes mirar para arriba, porque si no, o te pisan un pie o te quitan el pañuelo no digo la cartera, porque yo no la llevo».
16. ALFOMBRA TENTADORA
Continúa el humorismo de Rafael en la Pensión madrileña.
«Tenemos un portero -escribe a los suyos- que todo es espalda; tiene el pelo como un cepillo, una cicatriz en un ojo y lee la tierra (pone un dibujo de él) cualquiera le contradice; el botones del ascensor colecciona sellos y estampas de cine, la cocinera de la pensión es muy flaca y «muy ruin», y Juan siempre le oestá dando la «coba», que si el arroz estaba riquísimo, que si la sopa es deliciosa, que si la carne más tostadita, ella la pone tan bien… Y claro, le ocuida que da gusto; sus manzanitas asadas, su puré… En fin, que todos los días se pasea por la cocina, y él a ella le da el «menú», pero «na ye un interesau».
Nos han puesto alfombra nueva en el pasillo, y es mi desesperación, porque yo en cuanto veo una tira larga de tela con franjas a los lados y extendida en el suelo…, me entran unas ganas atroces de dar saltos mortales, y empezar en un eHno. Rafael: Vida anecdóticaxtremo y acabar en el otro, y como tengo la desgracia de no saber darlos, nada más abrir la puerta y ver la alfombra, tan nueva, gris, con tiras rojas, me meto corriendo en la habitación y cuando salgo no puedo mirar al suelo, porque si miro, me entra en el cuerpo una cosa como si fuese vértigo… y unos deseos locos de poner las manos sobre el mullido suelo, hacer una flexión, lanzar los pies a la altura, describir con ellos media circunferencia, para volverlos a posar en el suelo, delante de mi nuca…, y así, girando a gran velocidad, acabar en un doble salto mortal, delante de la cerradura de la puerta.
¡Oh! es horrible lo que me pasa, tener que pasar corriendo, sin pisar la alfombra, y con los ojos mirando al techo…m, porque si miro ya te digo, o se me va la vista, o me tiro de cabeza… La dichosa alfombra me está poniendo malo, preferiría tener un precipicio y pasar en una tabla, que tener que atravesar a paso lento la larga tira gris yu roja, extendida en el suelo de mi pasillo.
Se conserva una carta de la madre en la que alude a ésta de Rafael diciendo que han pasado ratos deliciosos comentándola, admirando su buen humor, y más que nada que se haya dedicado a hacer el Tenorio ante la patrona y huéspedes de la pensión. Lo admirable en Rafael es pensar que toda aquella continua humorada brotaba de su corazón dos meses antes de dejar el mundo para hacer su ingresar entre los monjes profesionales del silencio.¡Cualquiera lo diría!
17. ACOSTADO EN EL SUELO
Hace unos años, Avila celebró un acto académico con objeto de presentar a la juventud de nuestro tiempo a Rafael, cuando todavía no había escalado el honor de los altares. Se intentaba ofrecerles este nuevo modelo que tanto les dice a los jóvenes y puede ayudarles en la actual coyuntura. Se adoptó como slogan: «Reto a la juventud de nuestro tiempo», que en fondo tendía a eso, presentar a la juventud de nuestros días un modelo de joven que pasó por la vida sin mancharse en el fango de los caminos.
Quizá nunca haya estado la juventud tan necesitada de estos modelos que les descubran tales horizontes diáfanos y les hagan suspirar por algo mucho más ennoblecedor y transcendente de lo que se les proponía en aquellos días por los medios de comunicación. ¡Terrible la capaña hecha entonces a nivel estatal, promoviendo no la pureza de cosumbres en los jóvHno. Rafael: Vida anecdóticaenes -que realmente «les hace libres»-, sino todo lo contrario, algo que la esclaviza, abriéndoles la puerta para el desenfreno! Esto es algo que clama al cielo y desdora nuestra juventud.
Para contrarrestar esas campañas promovidas por fuerzas hostiles a la Iglesia, nada mejor que ponerles delante modelos como Rafael que en un ayer cercano tuvieron sus luchas, se hallaron ante las mismas dificultades, y a pesar de todo acertaron a triunfar. Sé que no todo está perdido, que hay chichos y chicas dignos, que odian esas campañas publicitarias, porque quieren vivir en un estado santo, y llegar al matrimonio -no digamos si Dios llama a un estado de consagración a él- sin contiminarse en el lodo. Rafael es un líder ideal que puede arrastrarles en su seguimiento, capaz de suscitar multitud de seguidores.
Hacia el año 1930, cuando se estableció en Madrid, cursando estudios de Arquitectura, vivía en la misma Pensión con un amigo íntimo que fue testigo de la acometida terrible de que fue objeto Rafael, y luego la ha divulgado al atestiguar en el proceso de beatificación. Una joven argentina se prendó de la transparencia de su mirada e intentó provocarle al pecado por todos los medios, pero Rafael se mantuvo fiel a Cristo, luchando como un heroe para alejarla de si,manteniendo intacta la pureza del alma. El combate debió ser terrible, pues aseguró el compañero que para vencerse había tenido que acostarse en el suelo. Una vez más se confirma que los santos no han nacido santos,más bien se hicieron santos a fuerza de lucha.
18. EL DUQUE DE MAQUEDA
Merece un puesto de honor en toda obra dedicada a Rafael, por haber sido instrumento de Dios para encaminar sus pasos hacia la Trapa. Se llamaba don Leopoldo Barón Torres, y era hermano de su madre, nacido en Ayamonte (Huelva), el 15 de marzo de 1892. Educado en sólida piedad como se estilaba en aquellos tiempos en las familias cristianas, completó su formación religiosa en el Colegio jesuita de Chamartín. Más tarde ingresó en la universidad de Madrid para cursar laHno. Rafael: Vida anecdóticacarrera de leyes que no llegó nunca a ejercer.
Contrajo matrimonio con doña María del Socorro Osorio de Moscoso y Reinoso, Duquesa de Maqueda, echando ambos los cimientos de un hogar hondamente cristiano, si no de vida interior intensa desde el primer momento, tenían excelente preparación para germinar en sus almas todo un cúmulo de virtudes que les harían destacar entre las familias más piadosas de su tiempo, distinguiéndose por un testimonio vivo de caridad ardiente con el prójimo y una profunda vida interior.
De jóvenes -afirma la actual Duquesa de Maqueda- hicieron una vida social algo mundana, mas al escuchar al padre Torres en unas conferencias que dio en Madrid, sus palabras les llegaron hasta lo más profundo de sus corazones, recibiendo con ellas un verdadero mazazo, cambiando en el acto su modo de vida y de pensar.Empezaron a confesarse con este Padre, efectuándose una verdadera conversión en ellos, cambiando, como digo, la tónica de vida en nuestra casa.»
Dícese que al poco tiempo de acabar la guerra, hacia 1940. cuando los barrios obajos de Madrid eran focos de miseria por carecer sus habitantes de lo más indispensable para la vida, el joven matrimonio, a pesar de su elevada alcurnia, «era frecuente verle por esos lugares extremos de Madrid, con un saco de arpillera al hombro para repartir a los más necesitados» alimentos ropas y palabras de consuelo, uniendo a la caridad su exhortación a la resignación cristiana y agradecimiento a Dios que se lo enviaba sirviéndose de ellos.
Tal proceder en estos tiempos no causara extrañeza, hasta se consideraría cosa normal, pero entonces rebajarse a hacer esos menesteres, era poco menos que horoico, por estimarse los título de nobleza y sangre como algo que sólo está en el mundo para recibir honores.
19. LA DUQUESA DE MAQUEDA
Ya conocemos su nombre: María del Socorro Osorio de Moscoso y Reynoso, hija de don Francisco de Asís Osorio de Moscoso, Duque de Maqueda y jefe de la casa de Sesa, y de doña María de los Dolores y Reynoso de Queralt. Para mí el timbre mayor de gloria que puede ostentar hoy la Corona Ducal de los Maqueda, más que glorirse de ser descendientes de aquella gran mujer -émula en virtudes y santidad de Isabel la Católica- que se llamó doña Teresa Enríquez, a quien Julio II llamó LA LOCA DEL SACAMENTO; es contar en su haber tres mártires gloriosos: Gerardo, Conde de Altamira,Javier, Conde de Trastamara, y Ramón, Conde de Cabra, sacrificados por odio a la fe en Paracuellos del JaramHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisa durante el Movimiento Nacional.
Decíamos que el joven matrimonio echó los cimientos de un hogar cristiano, bendecido por Dios al colocar en él cinco criaturas, el mejor regalo que puede hacer a quienes se unen en el santo matrimonio. La mayor fue María de los Dolores -actual Duquesa de Maqueda y Marquesa del Aguila-; siguieron Leopoldo, Duque de Sesa -fallecido en Méjico-, Pilar, Marquesa de Fuenclara; Fernando, Conde de Cabra, y Blanca, Condesa de Trastamara, viuda de don Jaime Castellano, Marqués de Montemolín y Conde de Castellano.
Si ambos consortes no fueron de vida interior intensa desde el primer momento, la asistencia a unas conferencias cuaresmales del padre Alfonso Torres, jesuita, cuya palabra les llegó al corazón, resolvieron ambos entrar por un camino estrecho de perfección evangélica, cambiando en el acto su modo de vida, y de pensar; empezaron a confesarse con este Padre, efectuándose una verdadera conversión en ellos, cambiando, como digo, la tónica de vida en nuestra casa; tendría yo entonces unos ocho años».
«En realidad eran dos enamorados de Dios, todo lo que no fuese Dios para ellos no contaba, y los dos con un gran corazón; mi padre era muy irónico, con un humor finísimo y gracioso, como toda la familia Barón, pues le venía de Andalucía; su simpatía era muy grande, con una facilidad literaria enorme; los dos muy dedicados a su familia y a la religión».
20. VIDA PRIVADA
Después de las conferencias cuaresmales, en que la palabra de Dios les llegó al corazón, entablaron los Duques una vida de sólida piedad, sobre la cual tenemos valiosos testimonios de la priora de las Carmelitas,cuando andando los años, la Duquesa abrazó la vida carmelitana y Dios la llamó para darle el premio de sus trabajos y renuncias. Hablaremos algo de ella cuando llegue la ocasión, por haber tenido una parte muy significada en la vida espiritual del BR. Aquí sólo adelantamos algunos datos de la vida iniciada por el matrimonio a raíz de decidirse ambos a caminar por el sendero estrecho de la perfección.
Centraremos la mirada en su comportamiento en orden a santificarla con obras de auténtica piedad: «La caridad la practicaban hasta el fondo -escribe la priora de la Encarnación-, dando y dándose ella a todos y a todo. Era frecuente en estos años ver al matrimonio por los barrios extremos de Madrid, con un saco de arpillera al hombro para repartir a los más necesitados». Ambos esposos echaban comida Hno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisy ropa en el saco, y se dirigían a los barrios bajos madrileños, repartiendo caridad entre los menesterosos, uniendo a la caridad la palabra de consuelo, de aliento, de agradecimiento a Dios, que era quien se lo enviaba por mediación de ellos.
La Duquesa,por su parte,-no sabemos si la acompañaba el Duque-, con frecuencia iba al Cottolengo, mandaba parar el coche que la llevaba mucho antes de llegar a la puerta, pedía le diesen los oficios más humildes y bajos -limpiar servicios, fregar, atender a enfermos repugnantes-, dedicándose a la tarea como si toda la vida la hubiera pasado practicando aquellos servicios de caridad casi heroica. No la ganaban en desenvoltura y afecto la enfermera más caritativa que se buscase para atender a estos pobres aplastados por la enfermedad.
En su propio hogar llevaba una vida sin nada de ostentación, tanto que cierto día visitó a la Duquesa una de sus amigas íntimas, y la recibió con un chal sobre los hombros, que, de no conocerla bien, la podían haber confundido con la portera de la casa, porque daba la circunstancia de que la prenda no estaba muy nueva. Luego comentaba que la emocionó verla vestida con aquella sencillez, practicando ya entonces de algún modo la pobreza evangélica, que no tardando abrazaría en todo su rigor al entrar en el Carmelo.
21. FIESTA EN PEDROSILLO
En 1929 terminó Rafael el bachillerato. Sus padres, queriendo premiar el esfuerzo realizado, le propusieron que pidiera la cosa que más le agradaba con objeto de satisfacérsela.Manifestó deseos de pasar unos días con sus tíos en su casa solariega de Avila. Vivían en la calle San Juan de la Cruz, pero la mayor parte del tiempo lo pasaban en su finca de Pedrosillo, en las afueras de Avila. Aceptaron encantados la visita de Rafael, tardando poco en presentarse éste en compañía de su hermana Mercedes.
Sobre esta primera entrevista nos informa ampliamente la actual Duquesa de Maqueda, testigo excepcional: «Con respecto a mi primo hermano Rafael, para mi como hermano, puedo decir que llegó un día a Pedrosillo, a una finca que tenían mis padres en Avila. «Cuando Rafael terminó el bachillerato, le preguntaron sus padres qué es lo que quería que le regalasen como premio a sus estudios, pidiéndolHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luises él ir a pasar una temporada con sus tíos en Pedrosillo;petición muy rara, pues no nos conocía, y nosotros éramos mucho más pequeños que él;al escribir tía Mercedes a mis padres, diciéndoles lo que quería su hijo Rafael,le contestaron mis padres diciéndole que recibían a Rafael encantados; para nosotros era una persona mayor, de respeto, y que no podíamos jugar con él, mas lo más asombroso es cómo, por si sólo, encajó estupendamente allí con mis padres y con nosotros los pequeños; empezando con mis padres charlas larguísimas.
«Mis padres quedaron prendados de Rafael, y le quisieron exactamente igual que si fuese un hijo de ellos, considerándolo como su hijo mayor, y a partir de ahí, todos estábamos esperando que llegase el momento de las vacaciones para estar con Rafael, ese sentir era unánime en todos; si él tenía 24 horas libres en Madrid, se venía a Avila con nosotros».Abrir la puerta y ver a Rafael era fiesta mayor en casa». Preciosa información la que nos facilita la Duquesa de Maqueda, al descubrirnos lo que fueron esos primeros contactos entre Rafael y sus padres, almas virtuosas sobre toda ponderación, a cuya sombra es indudable tuvo su origen la vocación de Rafael hacia la vida de la Trapa, de la cual se derivarían tan copiosos frutos para la Iglesia.
Añade más detalles encantadores que evidencian la alegría desbordante de Rafael en esos años de estudiante, cuando todavía estaba muy lejos de decidir el recluirse en el silencio de la Trapa.
22. DOS CAZADORES BAJO UNA ENCINA
Cuando se pasa bordeando la finca de Pedrosillo, entra curiosidad por conocer cual sería la encina que les servía de cobijo a Rafael y al Duque en aquellas cacerías organizadas entre ambos en las mañanas placenteras de estío.
Ya sabemos cómo Rafael visitaba asiduamente a sus tíos en Avila, porque en aquel hogar se respiraba un ambiente rebosante de piedad,»casi conventual» -como dice la Duquesa de Maqueda- que nosotros hacíamos en casa con D.Justo, el capellán que teníamos entonces; por la mañana D.Justo celebraba la santa Misa, en la capilla de casa, por la tarde el santo rosario, los jueves y Domingos la Exposición Mayor, pues mis padres tenían permiso del Señor Obispo para ello, y por la noche nadie se marchaba a la cama, sin pasar antes por la capilla, para hacer una visita al santísimo». Por eso Rafael estaba suspirando por ir a Avila, y todos los fines de semana y siempre que había vacación por causa de huelgas u otros motivos, ya se sabía, tomaba el tren y se encaminaba a Avila.
Hno Rafael: ilustaraciones del Hno Luis»Todos -comenta la Duquesa- estábamos esperando y deseando que llegase el verano, para tener a Rafael entre nosotros, siendo él la algría de nuestra casa. Si él tenía veinticuatro horas libres en Madrid, se venía a Avila con nosotros; abrir la puerta y ver a Rafael era fiesta mayor en casa».»Para mí, la característica de Rafael era su alegría, era la alegría en persona; si estaba con nosotros los pequeños, siempre nos hacía reír, pues era la persona más alegre de este mundo; bailando era estupendo yo no he visto nunca bailar a nadie como a Rafael; en realidad lo bordaba y a nosotros nos entusitiasmaba y lo pasábamos muy bien con él.Todos los pequeños nos acercábamos a Rafael; con mis padres eran unas charlas interminables».
A Rafael no le agradaba nada la caza, pero por acompañar a su tío, tomaba la escopeta y le seguía. Se levantaban temprano, se vestían ropa de campo,tomaban las escopetas y salían al campo. Al poco rato de iniciar la caza, Rafael dejaba la escopeta, se sentaba a la sombra de una encina, y contemplaba el alegre despertar de la naturaleza. El Duque, seguía algun tiempo recorriendo las hondonadas hasta que, una vez conseguida alguna pieza, o quizá cansado de andar, acudía en busca de Rafael, dejaba la escopeta, se sentaba a su lado, y ambos comenzaban a hablar de Dios, hasta que llegaba la hora de regresar a casa. Razón tiene su hija para decir que eran dos enamorados de Dios.
23. ALBOREAR DE UNA VOCACION
Aquella piedad intensa de los Duques, después de su conversión a Dios, a raíz de las conferencias del padre Torres, fue madurando con los años, hasta llegar a suspirar ambos por el estado de consagración a Cristo en la vida religiosa. El Duque no lograría satisfacer sus deseos; en cambio, la Duquesa, una vez fallecido su marido, acudió presurosa a la llamada del Señor.
En los días en que el matrimonio vivía entregado a obras de piedad, ejerciendo la caridad en los suburbios madrileños, tuvo el Duque su primer contacto con la abadía de san Isidro de Dueñas, vulgarmente denominada la Trapa. No sabemos si esta visita la realizó antes o después de traducir del francéHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luiss la obra premiada por la Academia Francesa Del Campo de Batalla a la Trapa. En ella se narra la vida de un capitán de dragones francés, que en la guerra de 1870 contra los alemanes, se batió como un héroe, mereciendo ser condecorado. Luego dejó la carrera militar para alistase en las filas de hermanos conversos del monasterio cisterciense de Chambarán. Allí recibió el hábito con el nombre de hermano Gabriel. Falleció santamente en 1897, dejando fama de verdadero santo. La biografía de este humilde hermano lego -gran enamorado de la Virgen María- se lee con la fruición y avidez de una novela cuyo protagonista fuera un personaje apasionante. Precisamente para este libro -impreso en Madrid por primera vez en 1931- le hizo la portada Rafael, joven de veinte años.
Dicha portada es de un simbolismo rebosante en inquietudes monacales. Aparece un monje en traje de faena, empuñando una azada con la mano derecha mientras con la izquierda apunta el horizonte, señalando una cruz reverberante como un sol, expandiendo rayos luminosos sobre toda la creación. El monje interrumpe su trabajo unos instantes, como para entonar un himno de alabanza al Autor de la Naturaleza, que en aquellas horas de amanecer inundaba de luz y lozanía todos los campos.
Al referirse el Duque a estos años vividos en intensidad con Rafael y de los contactos mantenidos con él, apunta certeramente cómo «iba la Virgen digujando en su alma e inspirándole un vago deseo de vocación, sin duda alguna para premiar el ternísimo afecto de su devoción por nuestra Reina, Madre y Señora».
24. CONTACTO CON LA TRAPA
Aunque no fueron tan intensas las relaciones del Duque con Rafael como con de la Duquesa, ni trataron de ayudarse mutuamente en sentido espiritual, como sucedió con ella, con todo, es indudable que la vocación de Rafael a la Trapa surgió al contacto con el Duque, enamorado hasta el delirio de aquella vida. Rafael, que congeniaba maravillosamente con su tío, luego de leer la obra Del Campo de Batalla a la Trapa, y de hacerle una portada tan sugestiva, le entraron deseos de conocer en la realidad aquella vida. El propio Duque le preparó la entrevista con los monjes.
Sin embargo la inclinación de Rafael hacia el Císter no aparece clara desde el primer momento, antes, como Hno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisescribe su tío «sólo la curiosidad y ese peregrinar en turismo de sensaciones nuevas, del que algo llevamos todos dentro, le movieron a realizar esa visita, resultado de algunas lecturas y conversaciones sobre el tema de la vida monacal,del ascetismo,de la perfección, de la verdadera felicidad».
A poco de llegar, se descubrió ante sus ojos todo un mundo de realidades desconocidas, quedó confundido ante tanta delicadeza hallada en la Trapa, sobre todo la acogida cordial dispensada por unos y otros. Aquello era mucho más de lo que le había ponderado su tío. Además, su intuición musical quedó prendada ante las sonoras cadencias del gregoriano.
«¿Qué quieres que te diga? -escribe Rafael a su tío-. Lo que yo vi y pasé en la Trapa, las impresiones que tuve en ese santo Monasterio, no se pueden o por lo menos, yo no sé explicarlas y solamente Dios lo sabe… Llegué a la estación con un calor sofocante,. Dejé las maletas al jefe de equipajes y, con mi abrigo, el maletín de viaje y con mucha ilusión, cogí sin hablar con nadie la carretera. Son tres kilómetros y creí que no llegaba nunca. ¡Vaya un sol!»
«Unos metros antes de llegar a la puerta del convento me detuve en un riachuelo que existe en un borde de la carretera. Me refresqué y una vez descansado, llamé en la portería y salió un Hermano muy cariñoso al que di la carta tuya para el padre Armando… Después me hizo subir a una salita que hay en la hospedería, donde esperé al Padre Armando, el cual se portó conmigo como no merezco».
25. SORPRESAS
Impacto imborrable produjo en Rafael aquella primera visita a la Trapa, según manifiesta en sus escritos. Las páginas de oro redactadas al filo de esta visita, descubren ya gérmenes de vocación clara hacia aquella vida que acababa de conocer, porque respondía a la que había visto reflejada en la semblanza de fray Gabriel, el antiguo capitán de dragones.
Escuchemos algunas sorpresas advertidas por él: «Desde este momento es cuando yo empecé a ver y a sentir una ínHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luistima vergüenza de mi mismo…,cuando al entrar a saludar al Señor en la iglesia, vi a los monjes cantar en el coro, vi aquel altar con aquella Virgen, vi el respeto que tienen en la iglesia los monjes y, sobre todo, oí una Salve que…, querido tío Polín -así llamaban al Duque en la intimidad- sólo Dios sabe lo que yo sentí… Yo no sabía rezar…»
«Lo que yo gocé ese día en la Trapa no te lo puedo explicar, pero si les conoces a ellos y me conoces a mí, puedes hacerte un poquito de cargo. De ese día me acordaré toda la vida y en los ratos que tengo de desfallecimiento, me acuerdo de mi hermanos, de su monasterio y de sus costumbres, y me animo mucho».
Tanto le impresionó todo, que quedó de levantarse a las dos con los monjes para los Maitines, y tan desatinado fue su cálculo, que a las once de la noche ya estaba danzando por los pasillos de la hospedería para dirigirse al coro, creyendo que eran las dos de la mañana.Tuvo que volver al lecho y esperar tres horas más, hasta que aparacieran los monjes al oficio de Maitines.
«Tenías razón cuando decías que esta visita te la tenía que agradecer; ya lo creo; nunca te lo agradeceré bastante, ni a tía María tampoco, lo que habéis hecho por mí, pues si es verdad que tenemos que aguantarnos unos a otros nuestras debilidades y flaquezas, y vosotros no teníais ninguna obligación de aguantarme a mi cuatro meses,y que reconozco que alguna vez me habré puesto pesado o impertinente, de todo espero que me sabréis perdonar».
Esto que dice es fruto de la humildad que impregnaba su alma, porque si damos fe al testimonio de su prima la Duquesa, sucedía todo lo contrario, la llegada de Rafael a Pedrosillo constituía una verdadera fiesta, por cuanto «era la persona más alegre de este mundo».
26. LA SALVE
Una de las prácticas típicas del Císter -a partir del siglo XIII- es terminar la jornada monástica poniendo en ella una nota distintitiva con el canto solemne de la Salve gregoriana. Es algo así como depositar en manos de la Señora toda una vida de oración y sacrificio ofrecidos por el mundo.
Cuando al acabar las las cHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisompletas, se iluminó el altar mayor, y en él apareció radiante la imagen de santa María en el misterio de la Asunción, y los monjes entonaron la preciada antífona; fue algo que llegó le llegó al corazón.
«Lo que más me impresionó -dice- fue la Salve al oscurecer, antes de irse a acostar. El año que viene, si no la cantamos así en Pedrosillo, no voy. Aquello fue algo sublime; cantando así como cantan, con ese fervor, no es posible que la Virgen no se complazca en ellos y les mande todo genéro de bendiciones… Así están ellos de contentos y alegres, pues no se ve una cara triste, sino al contrario y se les pasa el tiempo volando».»¿Te has fijado en la Virgen? ¿En la austeridad del altar mayor? Sin elfombras, sin flores, solamente seis velas y una cruz…»
Conecta perfectamente con el tema la especie de parábola aludiendo al origen de su vocación monástica:»Hace unos años se detuvo en esta abadía un joven mundano llena la cabeza de…,bueno, no sé lo que aquel hombre tenía en la cabeza. Pasó unos días hospedado entre estos buenos monjes, y como era un enamorado de la música, del color y de todo lo que en si lleva algo de arte, se impresionó profundamente al escuchar la salmodia en el coro, se emocionó del silencio y de estos hombres que lejos del mundo viven una vida santa y gozó lo indecible al ver en los campos vestidos de primavera y llenos de frutas y flores, trabajar a unos hombres vestidos de blanco,que con el sudor de su frente y los callos en sus manos, se ayudaban para mantener su cuerpo mientras dura el destierro y al mismo tiempo trabajan para ganar el descanso en la verdadera patria.
Cuando aquel joven del mundo vio lo que vio, su alma sufrió un cambio y quizás el Señor Dios de los trapenses se valió de la impresión de sus sentidos para hacerle pensar. Y el joven pensó.Pasaron unos años y el hombre cambió sus vestidos del mundo por los hábitos del monje del Císter. Hoy es un trapense más en el coro, un trabajador más en el campo, y un hombre que, queriendo olvidar el mundo, busca el silencio con las criaturas y la paz con Dios.»
27. ENTRE LOS LEGOS
En la vida del Duque de Maqueda encontramos algo desconcertante, un proyecto original que nunca o pocas veces se habrá dado, el cual descubre la grandeza de alma de este hombre, su ansia de vivir sólo para Dios. Tal deseo llegó a ser tan vehemente, que estuvo a punto de abandonar a la esposa y a sus hijos y a sumergirse entre los hermanos legos de la Trapa. Sin duda deseaba imitar el gesto del HºGabriel, cuya obra fue decisiva para la santificación del hoy BR, porque de ella partió el deseo de conocer la Trapa, al que siguió la convicción de que aquel era el lugar donde Dios le quería.
Luego de ingresar Rafael en el Císter, el Duque siguió en el mundo, tratando de vivir una espiritualidad muy superior a la de aquellas personas Hno Rafael: ilustaraciones del Hno Luiscalificadas de piadosas. La traducción de la obra Del Campo de batalla a la Trapa y las reiteradas visitas a la abadía de Dueñas, tal impresión le produjeron, que llegó un momento en que se decidió en serio a abrazar aquel ambiente de silencio y soledad que llenaba su espíritu: «Tendría yo unos dieciséis años -dice su hija mayor- cuando fue a la Trapa para pasar unos días, y tanto se enamoró de ésta, que quiso ingresar en ella. Arregló en Madrid todos sus asuntos económicos, nombrando un administrador, y muy decidido se fue para ingresar en la Trapa; mas cuando llegó le dijo el Reverendo Padre Abad: «Hijo, no te admito hasta que no tengas casados a todos tus hijos».
Tal proceder descubren en el Duque un corazón de oro, unas ansias de perfección singulares, que le dan derecho a ser considerado como verdadero monje del Císter en el deseo. Claro, tenía a su lado una esposa santa, que comulgaba en los mismos ideales de entrega a Dios, y estoy seguro que no le hubiera costado nada autorizar la separación de su esposo. Pero no había llegado la hora de Dios, ni llegaría nunca, porque a los pocos años al salir de Misa en Madrid, le sorprendió una muerte repentina en plena calle.
Pero si al Duque no le fue dado poder ingresar en la Trapa, Dios se valió de él para que Rafael se pusiera en contacto con aquella vida, descubriendo que estaba cortada a la medida de su corazón, e ingresando en ella. Se sirvió de la estrecha amistad del Duque con la Trapa, para preparar el camino a su sobrino, que en los planes de Dios estaba señalado que llegara a dar frutos abundantes y a ser una auténtica lumbrera de la Iglesia.
28. HACIA EL CARMELO
Si el Duque ocupará siempre un puesto de honor en todas las biografías que se escriban de Rafael, el nombre de la Duquesa merecerá igualmente ser grabado con letras de oro, por haber mantenido con su sobrino unas relaciones muy estrechas; fueron dos almas que vivieron al unísono sumergidas en Dios, y como hecho insólito, se ayudaron mutuamente como si uno fuera director espiritual del otro. Lo veremos luego.
Advirtamos, sin embargo, que la muerte prematura del esposo no fue causa de ingresar ella en el Carmelo, antes llevaba muy metido en el alma desde joven
el deseo de dejarlo todo para entregarse a Dios en una vida de soledad y renuncia. Una anécdota significativa. A los pocos años de matrimonio, siempre que en Avila pasaba por delante de la Encarnación, acompañada de su hija mayor actual Duquesa de Maqueda -que entonces era muy pequeña-,volviéndose hacia el convento y apuntando con el delo, le decía: «Mira, hija, yo moriré algún día ahí dentro». La niña no entendHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisía tal lenguaje, por parecerle imposible pudiera suceder esto, por estar unida en el matrimonio y con niños pequeños.
Si la ilusión del marido era ingresar en la Trapa, la Duquesa suspiraba por el Carmelo de la Encarnación. Fue menester que sucediera una desgracia terrible: Cierto día en Madrid, al salir los dos esposos de la iglesia, donde habían oído la santa Misa y comulgado, se separaron ambos en la esquina de Jorge Juan con Velázquez, y a los pocos pasos el Duque cayó redondo de un ataque fulminante, en plena calle, quedando partido el corazón de la Duquesa, aunque en los planes de Dios estaba dispuesto que ella se quedara libre para entregarse por completo al Señor. Era el mes de septiembre de 1952.
Una vez libre y criados todos sus hijos, podía la Duquesa realizar su sueño dorado, abrazando la vida religiosa. Llamó a las puertas de la Encarnación pidiendo el ingreso. La comunidad en 1954 era muy pequeña, y la mayor parte de las monjas ancianas. A pesar de ello, no le abrieron fácilmente la puerta,al contrario, le pusieron mil dificultades, porque tenían pocas esperanzas de que aquella vocación arraigase a sus 55 años, tras una vida de comodidad y mucha servidumbre a su servicio. El contraste con la vida que abrazaba era excesivamente brusco, pero Dios cuando llama a un estado de vida, proporciona a la vez gracias suficientes para poder llevarla a cabo.
29. «YO NO SOPORTO ESTO»
Si todos hemos hecho grandes renuncias para abrazar la vida religiosa, las que tuvo que hacer la Duquesa de Maqueda para ingresar en las carmelitas fueron mucho mayores, no sólo tantos títulos de nobleza como tenía -creemos fueron los que menos le costaron dejar- sino principalmente la compañía de sus hijos, nietos y demás familiares. Pero la dificultad mayor la halló en el seno de la comunidad, al no encontrar allí el ambiente espiritual que ella iba buscando y que conocía por las obras de santa Teresa.
Tan dura fue la prueba, al verse en cierto modo defraudada, que un día, al visitarla su hija mayor se desahogó con ella, prorrumpiendo en palabras como éstas: «Yo no soporto esto, creo que no podré llegar a pasar aqHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisuí ni dos años», dándole a entender que aquello no era lo que ella buscaba. Pero Dios permitió que al cabo de algún tiempo pasara por allí una santa religiosa -madre Maravillas- se dio cuenta de la situación, llevó consigo un grupo selecto de jóvenes formadas en su escuela, y al poco tiempo la Encarnación había cambiado de aspecto: la Duquesa se halló como pez en el agua, falleciendo santamente en 1980 al cabo de veinticinco años.
¿Consiguió la Duquesa lo que fue buscando? Creo que si. Tenemos el testimonio de la priora de la Encarnación, quien afirma que en los veintiseis años que vistió el hábito religioso,»los pasó con toda sencillez y humildad, sin llamar la atención por nada, pero tratando amores con el Rey del Cielo en su interior y pidiendo por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo».Fué útil a la comunidad ayudando en diversos oficios, hasta desempeñó el cargo de maestra de novicias, prueba palmaria de haber ajustado su vida a las exigencias impuestas por la vida carmelitana. Pero quizá donde estuvo más tiempo fue al cuidado de las enfermas, cargo que estimaba de manera especial. Era muy amable y servicial, y acostumbraba -antes de acostarse- asomarse a las celdas de las enfermas por si necesitaban algún servicio.
Más adelante veremo la íntima correspiondencia mantenida con Rafael, pero cuando todavía se hallaban ambos en el mundo. Fueron unos meses en que se ayudaron mutuamente en la vida interior. Las cartas que Rafael dirigió a su tía son un verdadero tesoro de espiritualidad, algo que llevan el sello inconfundible de un alma muy experimentada en los caminos de Dios, aunque de ella no conservamos ni una sola.
30. LE APASIONA EL VOLANTE
Vamos a dedicar unas páginas a destacar las aficiones de Rafael antes de ingresar en el Císter, y aún después de haber ingresado, por haberse visto en la precisión de salir de nuevo al mundo a causa de la enfermedad. En aquellos tiempos los deportes no estaban tan organizados como ahora, pero a pesar de ello Rafael lo practicó en diversos campos.
En 1930, cuando frisaba en los 19 abriles, los automóviles en España eran elemento de gran lujo, los poHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisseían solamente familias muy bien situadas, y no todas. La mayoría carecía de coche, y para viajar no tenían más remedio que utilizar los medios ordinarios de locomoción: trenes, autobuses y taxis, que no eran como los de ahora. La familia de Rafael disponía de un modelo distinguido de lo mejor que se conocía en aquellos tiempos. Ignoro qué marca era, sólo recuerdo que superaba con creces a aquellos pobres vehículos que todavía se pueden admirar hoy en los salones de museos, como algo llamativo; solían llevar la cubierta de repuesto sujeta en la parte trasera, de la cual nos colgabamos los chiquillos en los pueblos.
Las primeras veces que conocí a Rafael, cuando comenzó a frecuentar el monasterio, entre 1932 y 1933 ya se estilaban competiciones automovilísticas, pero no consta que Rafael tomara parte en ellas; sólo si daba a entender que el volante le cautivaba mucho, pues se vanagloriaba de poner el marcador e 90 kilómetros, velocidad considerable para aquellas carreteras. Aunque esa era la marcha que solía llevar ordinariamente, no obstante a veces no se contentaba con ella, sino aspiraba a poner el marcador en el máximum conocido en aquellos tiempos, según dice: «Yo también alguna vez allá en el mundo, corría por las carreteras de España, ilusionado de poner el marcador del automóvil a 120 kilómetros por hora…¡Qué estupidez! Cuando me di cuenta de que el horizonte se me acababa, sufrí la decepción del que goza la libertad de la tierra…,pues la tierra es pequeña y además, se acaba con rapidez».
Como se ve, le llenaba de ilusión la rapidez en trasladarse de una parte a otra, y si aquello lo realizaba en carreteras tan infames como las que había entonces, con un firme tan deficiente, ¡lo que hubiera hecho si encuentra delante las autopistas o autovías que tenemos hoy día por todas las regiones!
31. ALPINISTA
Admirador Rafael de la obra grandiosa de la Creación, contemplativo por naturaleza desde antes de entrar en el Císter, hay indicios manifiestos de esas aficiones congénitas a escalar montañas -no en plan de competición- sino sólo para admirar mejor las maravillas diseminadas por la Naturaleza. Porque si «los cielos pregonan la gloria de Dios», son una alabanza perenne de la Omnipotencia Divina; algo parecido puede decirse en relación con las montañas, desde las cuales se pueden contemplar tantas maravillas que elevan al hombre espiritual a la contemplación del supremo Hacedor de tanta belleza derramada a maHno Rafael: ilustaraciones del Hno Luisnos llenas sobre toda la creación.
Ya la simple contemplación de una montaña le da pie al hombre para remontarse a la perfección, que es comparada precisamente con un monte sagrado, en cuya ascensión hay que dejar a un lado el lastre de cosas terrenas para facilitar la escalada, para ascender con mayor facilidad a la cumbre de la perfección, porque cuanto mayor es el despojamiento de las cosas terrenas, con más rapidez se puede camina hacia las cosas celestiales.
Según testimonio de sus familiares, Rafael se adentraba en las montañas de Asturias, pasando largas temporadas con los guardas,acompañado alguna vez de su padre, aunque más de su hermana Mercedes, con la cual congeniaba a maravilla por ser muy semejantes en gustos y aficiones; a ambos les encantaba sus estancias y correrías por los Picos de Europa. Se vestían indumentaria adecuada para poder soportar las bajas temperaturas en aquellas alturas, y comenzaban a escalar montañas llevados de una afición grande al montañismo, porque veían en él un medio excelente para remontarse hacia Dios.
En un pequeño retazo de sus escritos dejó constancia de esa afición: «Cuando yo era libre -escribe en enero de 1937- y mi cuerpo gozaba del aire, del sol, de la salud y mis piernas libres de la «glucosuria» me llevaban a los riscos de las cabras y rebecos, en las nevadas montañas de Asturias… ¡Cuánto gozaba mi alma viendo la inmensidad de Dios reflejada en lo profundo de los valles y en las escarpadas cimas de las sierras y los montes!… ¡Cuántos ratos me tengo pasados viendo los mares de nieblas, y escuchando el silencio solemne de una naturaleza donde pocas veces llega el hombre!».
32. ESQUIANDO
Conocemos una fotografía en que aparece Rafael deslizándose sobre la nieve y cabalgando con toda la seriedad sobre sus esquís. Le agradaba sobremanera aquel deporte que en aquellos tiempos se consideraba como algo nuevo. Aunque se ignora también si Rafael practicó ese depore antes de enrolarse en el servicio militar en el curso 1932-1933 cuando se hallaba en Madrid. Poco sabemos de esta etapa de su vida, fuera de las manifestaciones de Luis Fernando,quien asegura que Rafael ente los saldados aparece sin variar su peculiaridad original: el hombre del buen humor, el que trata de practicar continuamente el sainete y mirar todas las cosas por la cara alegre, aunque con ello peligre su fama de seriedad.
A pesar de su constitución fina, era resistente, por lo que el mando le destinó a la compañía de esquiadores para hacer prácticas en las montañasSan Rafael Arnáiz nevadas de Guadarrama. Durante esos meses en que alternaba el esquí con otros ejercicios militares y aprovechaba para profundizar en los estudios; le sucedieron las anécdotas más sabrosas. Sabido es cómo la república que estalló en 1931 borró todo signo alusivo a la realeza. La Marcha Real se relegó al panteón del olvido, de suerte que era temeridad tocarla o escucharla, mucho menos en el cuartel. También la bandera bicolor, roja y gualda, se convirtió en tricolor, añadiendo una lista morada en la parte baja.
Rafael, hallándose esquiando en el Guadarrama, notó que todas las mañanas al tiempo de izar bandera, formaba la compañía y el corneta tocaba el himno de Riego. Un día, poco antes de ese momento, se acercó al corneta y le le propuso: «Te doy mañana cuatro duros, si al izar bandera tocas la Marcha Real». -«Por ese dinero -contestó- no sólo toco la Marcha real, sino la Marsellesa también, si hace falta». ¡Cuatro duros entonces era una fortuna!
Llegado el momento de iniciarse el acto, formados los soldados con los oficiales al frente, el corneta se lanzó con la Marcha Real a pleno pulmón. Todos quedaron sobrecogidos al oírla, por las consecuencias que podía traer aquel acto delictivo. El teniente que mandaba la fuerza, bien porque era guasón, bien por sus sentimientos patriotico, se limitó a decir: «¡Calla, calla, que se le va a caer a la bandera la lista morada!». Todos pasaron un rato divertido sin preocuparse de indagar quién había sido el causante de acto tan comprometedor en aquellas circunstancias.
33. ¿Y QUIÉN ES AZAÑA?
Sirvió Rafael en el arma de ingenieros, en el batallón de zapadores minadores, bajo el mando del coronel don Salvador García de Pruenda. Su simpatía arrolladolra, su bondad característica y el deseo constante de agradar a todos, le granjearon en el cuartel muchos y buenos amigos. Eran los primeros tiempos de la segunda república, régimen anacrónico en España que trató por todos los medios de aniquilar al ajército, aunque no pudo lograrlo, porque llegaría un día en que éste se levantó en armas para imponer orden en la anarquía completa que se siguió.
Sucedió uno de los días que hallándose reunida la tropa se presentó un cabo para comunicarles esta orden: «Muchachos, estad atentos y preprados, que va a pasar Azaña y tenemos que formar». No sé si el tonillo de la voz del cabo era especial o sucedió algo llamativo, el caso es que Rafael, poniéndose un poco serio se atrevió a preguntarle: «Bueno, ¿y quién es Azaña?» Este si que debió emplear un tonillo especial -pues nos dice su hermano que Rafael tenía la habilidad de remedar toda suerte de voces lo mismo de las personas que de los animales-; lo cierto es que causó tanta gracia entre los compañeros, que comenzaron todos a corear: «¿Y quién es Azaña, y quién es Azaña?…»
El cabo se enfureció primero contra Rafael, causante de aquel alboroto y le increpó: «Imbécil, pero no sabes quién es Azaña? El ministro de la guerra…» Los soldados volvieron a corear: «¿Y quién es Azaña, y quién es Azaña?…» El cabo se irritaba más y más al ver que no podía poner orden en aquel gallinero. Cuanto más se enfurecía, más algarabía se armaba. Hallándose en esta contienda, discutiendo unos con otros, pasó por delante Azaña, nadie se enteró ni le presentaron armas, terminando aquella función sin consecuencias.
Más de una vez tuvo que hacer guardia en en la parte trasera del Palacio Real, lugar concurrido por gente de muy baja moral. Oigamos lo que contaban a Luis Fernando: «No sé qué tiene gu hermano, asómbrate, que a las ocho o nueve de la noche, nos hace rezar el rosario en plena guardia y puedes creerme, lo hacemos con gusto, sin la menor violencia». Esto buscaba siempre con sus bromas, conseguir que unos soldados le acompañaran en el rezo del rosario, precisamente en un sitio de perdición. Conseguir esto en una época de increencia, en que se perseguía y vilipendiaba la religión, no era cosa fácil.
34. CARICATURISTA
Hallándose en Madrid alternando sus estudios con los deberes militares y la convivencia con sus compañeros de milicia, proporcionó a sus padres un extenso y sabroso epistolario en el que predomina el donaire, las caricaturas de todas aquellas personas intimas con las cuales trataba. Es una lástima que no se hayan conservado estas cartas, pues hallaríamos en ellas las más ingeniosas escenas de que era protagonista principal, siempre con la mirada puesta en hacer apostolado en las almas, o si no, para alegrar a sus compañeros y hacerles pasar un rato divertido. Sólo se conoceHno Rafael: Vida anecdótica un dibujo de esa época con un fragmento escrito a lápiz.
En la exposición de recuerdos, montada en San Isidro de Dueñas, se hallan algunas de caricaturas que se han conservado de tantas como hizo, pues cuentan sus hermanos que los pequeños le acosaban sin cesar para que hiciera caricaturas a fin de pasar un rato divertido, y él accedía fácilmente con tal de hacerles reír. Estaba dispuesto siempre a prestar este oficio de caridad. Entre esas caricaturas que se conservan aparece una de la cual soy protagonista cualificado en recogerla, pues nadie sabía de ella hasta enterarme yo de su existencia.
En 1966 visité en su casa de Burgos, a don Alvaro Barón, tío materno de Rafael. Hablamos largo rato sobre recuerdos y anécdotas que recordaba de él, y me enseñó una caricatura extraña muy original que había pintado Rafael. Cierto día, tuvo una entrevista con un coronel del ejército en un bar de Burgos. Rafael se retiró cortés, mientras hablaban, sacó su cuaderno, se fijó en los rasgos más salientes, y los reflejó en una caricatura espléndida. Se despidieron ambos, y por el camino, Rafael sacó el cuaderno, se lo presentó a su tío y le preguntó: ¿Conoces a éste?» «¡Pero hombre! -le contestó llevándose las manos a la cabeza- ¡si lo sabe su familia, no sé qué te hace!». Creía el que lo iba a tomar a mal que le hubiera sacado una caricatura tan bien hecha.
La guardaba don Alvaro con el mayor sigilo y preocupado por si se enteraba la familia del coronel les iba a sentar mal; pienso que hubiera sido todo lo contrario, se daría por muy bien pagada si llega a saber que su antepasado fue digno de que todo un santo se ocupase de él e hiciera una obra tan ingeniosa. No me la quería entregar, pero logré sacársela con habilidad.
Al hacerme entrega de ella me dijo:»¡Está tan bien hecha, que sólo le falta hablar!».
35. PUNTUALIDAD
En el monasterio no dejaba nada que desear sobre este punto, acudía con presteza a los actos conventuales, incluso a los maitines, celebrados en aquellos tiempos a las dos de la mañana. Ya dice él lo mucho que le costaba levantarse a esas horas, pero se ponía luego en pie sin esperar a pensarlo, según se lo cuenta con mucha gracia a su madre: «Ya podrás suponerte lo que más me gusta es estar en el Coro y lo que más me cuesta es levantarme a las dos, pues aquí no es eso de primero un ojo y después otro ojo y después pensarlo y acabar por dormirte otra vez…, sino que al toque de campana sin esperar que haya dejado de sonar, ya debemos estar en pie, calzados y vestidos, pues a las dos tocan la camana y a las dos y diez se empiezan los Maitines».
En el mundo, en cambio, no fue siemprHno Rafael: Vida anecdóticae modelo de puntualidad, al menos alguna vez que se descuidó. Durante su estancia en Madrid, de vez en cuando solía ir a casa de su tío materno, don Leopoldo, marqués de San Miguel, hermano de su abuela materna. Un día, animó a Luis Fernando a que le acompañara. Aceptó éste, pero a condición de llegar puntualmente: «Por Dios, Rafael, llega puntual, porque siempre te retrasas y ya conoces el genio de tío Leopoldo, la puntualidad en aquella casa es algo sagrado».
Cuando llegó Luis Fernando, Rafael no había aparecido. Dio la hora de comer,y nada. Don Leopoldo se iba poniendo cada vez más nervioso a medida que pasaba el tiempo.»Claro -decía malhumorado- tu hermano Rafael estará haciendo la visita a alguna iglesia, y se le habrá olvidado de comer». Pasó otro buen rato y al fin llegó. Todos respiraron, porque la atmósfera seguía cargándose por momentos. Lo asombroso fue que llegar Rafael y serenarse el cielo todo fue uno. Le recibió con un fuerte abrazo y le hizo sentar a su lado y sería el que llevara la voz cantante toda la comida.Comenzó a hablar de cómo le iban los estudios, de cómo acababa de visitar la iglesia…
Al salir ambos hermanos, Luis Fernando no se pudo contener:»Rafael, me prometiste ser puntual, y como siempre, has llegado tarde, y tío Leopoldo etaba muy impaciente, ya le conoces». -Pues yo no he notado nada anormal en él,antes le he hallado muy contento -contestó Rafael. -Es cierto, no sé lo que pasa contigo, en el momento que llegas y te ve, cambia de aspecto y se le pasa el mal humor. Por lo visto, el enfado no era por la tardanza, sino porque podía estar menos tiempo con Rafael, ya que a su lado le desaparecían las penas.
36. IDEAL TRANSPARENTE
Quiero recoger aquí el momento cumbre en que Rafael aclaró a sus superiores el ideal perseguido al renunciar todas sus cosas; se trata del momento preciso en que dio el paso firme hacia la Trapa, en busca de Cristo, abrazando una vida llena de exigencias y, sobre todo, en circunstancias bien críticas, cuando humeaban por doquier conventos, iglesias, colegios y otros edificios sagrados, calcinados por las teas de los enemigos de la Iglesia.
Arregladas sus cosas en Madrid, se encaminó a Avila para ultimar detalles con sus tíos. Desde allí solicitó el ingreso definitivo en carta dirigida al padre Abad,fechada el 19 de diciembre de 1933: «Reverendo Padre: No sé si se acordará de mí, pueHno Rafael: Vida anecdóticas hace tiempo que no he podido ir a pasar días a la Trapa; sin embargo, durante este espacio de tiempo, Dios Nuestro Señor ha obrado en mi de tal manera, que me he formado el propósito decidido de entregarme a El con todo mi corazón y de cuerpo y alma, y para llevar a cab o mi proóosito y resolución, y contando además con la ayuda de dios, es mi deseo ingresar en la Orden del Císter; este es, en breves palabras, mi Reverendo Padre, el asunto por el cual yo le suplico una entrrevista lo antes posible, para que su Reverencia me ayude y me aconseje.
Creo contar con Dios y en él solamente confío, pero en mis primeros pasos también confío en la caridad de Su Reverencia, a quien trato ya como a padre y a quien suplioco me admita como hijo. Estoy en Avila con mis tíos esperando su contestación, con la natural ansiedad de quien quiere entregarlo todo a dios. Por otra parte, solamente tengo que añadir, que no me mueve para hacer este cambio de vida ni trristezas ni sufrimientos, ni desilusiones y desengaños del mundo…, lo que éste me puede dar lo tengo todo; Dios en su infinita bondad me ha regalado en la vida mucho más de lo que merezco…
Por tanto, mi Reverendo Padre, si me recibe en la Comunidad con sus hijos, tenga la seguidad de recibe solamente un coazón muy alegre y con mucho amor de Dios».¡Sublime preparación que le definen ya verdadero santo!
Salta a la vista el ideal trasparente que impulsaba a este joven a abrazar aquella vida dura que en aquellos tiempos sobrecogía a los espíritus esforzados. El paso lo dio en firme, pues jamás volvería la vista atrás.
37. HUYE DEL MUNDO
Noviembre de 1933. Rafael cursaba segundo de Arquitectura y, como siempre, aprovechaba los fines de semana para pasarlo con sus tíos en Avila y el lunes regresaba de nuevo a los estudios. Pero a los dos días de despedirse, se les presentó de improviso cuando nadie le esperaba. Quedaron sorprendidos, pero dada la situación de España, sobre todo la universidad, pensaron se trataba de alguna huelga estudiantil, o que hubieran dado vacaciones anticipadas.
«Como se comprenderá -escribe su tío- era para mí siempre motivo de la mayor satisfacción recibirle en mi casa, pues siempre su carácter alegre, su fácil adaptación a cada sitio o circunstancia, su trato sencillo sin exigencia alguna, aparte claro es, de motivos más poderosos, le hacían huésped ideal en todas partes». Nada le pregunté sobreHno Rafael: Vida anecdótica los motivos de su inesperada visita, creyendo que obedecía a alguna de las muchas vacaciones, de las que por aquella época les daban o se tomaban los estudiantes en todas las capitales».
Cenaron juntos toda la familia, y luego de terminar se dispusieron a escuchar un concierto de música selecta, que daban por la radio, de la cual Rafael era gran entusiasta. Mas sucedio que no mostró interés alguno por el concierto, pues en su alma llevaba una preocupación que se traslucía al esterior, a pesar de aparentar en público la misma jovialidad de siempre.
Poco a poco se fueron retirando todos a descansar, quedando sólos tío y sobrino, ante unas copas de licor que iban saboreando lentamente. Por fin Rafael desplegó los labios diciendo sin más preámbulo: -Te extrañará que haya venido hoy,¿verdad? -Algo- le contestó, no te esperaba.¿Os han dado ya las vacaciones de Navidadd? -¡Que va!, aún no nos las han dado, pero yo me las he tomado por mi cuenta para no volver más a Madrid.
Le extrañó no poco al Duque tal respuesta inesperada, aunque no le sorprendió del todo, por eso volvió a insistir:
-¡Qué te ha pasado,dímelo! Sencillamente que me marcho a la Trapa de venta de Baños. Si me admiten en el monasterio,allí me quedo; tengo el propósito de irme directamente desde aquí, mi equipaje en Madrid, ya habrá quién lo recoja. Estaba convencido de que Dios le quería en el claustro, pero encontraba la gran dificultad de los padres. ¿Cómo recibirían la noticia?
38. CAMBIA DE PARECER
Convencido Rafael de que Dios le quería monje del Císter, no le era fácil dar el paso por diversos motivos: Era el hijo primogénito, sus padres tenían puesta en él grandes ilusiones al verle revestido de las más bellasa cualidades, se hallaba a mitad de la carrera de Arquitectura, la situación de España no era la más propicia, sino muy comprometida, para abrazar la vida religiosa, a causa de la persecución y marginación de todo lo religioso… No obstante, persuadido de que Dios le quería monje, comenzó a romper los lazos que le retenían en el mundo. La dificultad mayor ¡sus padres!
Las cartas que escribía al noviciado eran puro lamento en ese sentido, de tal manera que no sabía cómo obrar para evitar sufrimientos. Estaba convencido que no se opondrían,pero iba a ser una espada de dolor parHno Rafael: Vida anecdóticaa ellos. Se despidieron tío y sobrino por la noche,pero ni uno ni otro pudieron conciliar el sueño. Al día siguiente, de nuevo trataron sobre el asunto.
El Duque era partidario de que fuera a Oviedo a despedirse de sus padres; Rafael se mantenía en su primer propósito. Al fin llegaron a un acuerdo. Se hallaba en aquellos días en Avila Mñor.Tedeschini, Nuncio en España, con quien le unía gran amistad. ¿Por qué no presentarse a él, exponerle en asunto, y escuchar su parecer? Aceptó Rafael.
Después de los saludos, el prelado escuchó con interés la relación, alabó la decisión del joven, pero no estaba de acuerdo en su planteamiento, antes le contestó con acento paternal: «Creo que debe ir Vd. a despedirse de sus padres y recibir su bendición, que, por mi parte, aquí me tendrá siempre para todo cuanto pueda ocurrirle en el nuevo camino que emprende»
Se arrodillaron para recibir la bendición y, una vez en pie, atrajo hacia si a Rafael, abrazándole con cariño paternal. Añade el Duque que en alguna ocasión le recordó el señor Nuncio aquella visita y la viva impresión que le produjo la decisión de Rafael de abrazar la vida dura de la Trapa en unas circunstancias difíciles, a causa del ambiente hostil hacia la religión.
Nuestro futuro monje cambió de parecer y seguiría a la letra el consejo del señor Nuncio: Decidió ir a Oviedo, hablaría a sus padres y todo transcurriría de manera normal, sin la menor violencia.
CONTINUARÁ