Quizás la obra mas sobresaliente del monasterio, hacemos un pequeño estudio de la misma siguiendo el esquema que sigue:

1.La Iglesia

1.1. La planta

1.2. Las naves

1.3. El crucero y la cúpula

1.4 La virgen de la leche

1.5 El Coro alto

1.6. Retablos y decoración barroca

1.7. Los retablos del crucero

1.8. Los retablos de la Girola

1.9. Las pinturas de la Iglesia

1.10. El exterior del templo

1.11. La capilla de San Andrés

1.12. El yacente Dom Arias

2.Galería Fotográfica Selecta

1. LA IGLESIA

La construcción más destacada de Oseira, de época medieval, es la iglesia, joya de gran valor arquitectónico, ejemplar clave para el estudio del Cister en España.

El profesor Valle Pérez propone como fecha de inicio un año cercano a 1185, en el abadiato de D. García II, siendo la cabecera del templo lo primero obrado. El análisis de la construcción evidencia en lo sustancial una clara unidad en los motivos ornamentales, tipo de capiteles, organización de los soportes…La conclusión de la capilla mayor tendría lugar hacia 1195-1200.

Las obras continúan en los años siguientes actuándose en el crucero que estaría terminado a excepción de la cúpula hacia el año 1200, y en las naves. La actividad constructiva es intensa en las primeras décadas del siglo XIII. La probable fecha de consagración en el año 1239 podría convenir como la del final de las obras. La arquitectura de este templo es una síntesis entre lo foráneo y lo local, que es un fenómeno muy presente en toda la arquitectura de la Orden.

La Planta
Tiene forma de cruz latina, con tres naves de siete tramos en el brazo longitudinal y una sola en el crucero d, con dos tramos. La central de mayores proporciones en ancho y alto, mientras que las laterales son bajas y sensiblemente estrechas. La cabecera de grandes proporciones en su estado actual supone una alteración respecto a la que sería canónica para el plano inicial, al margen de otras alteraciones sufridas en época barroca. Consta de una capilla mayor semicircular, precedida de dos tramos rectos, en torno a la cual se desarrolla una girola, con siete compartimientos en la zona curva las rectas de dos tramos cada una.

En la girola se abren cinco capillas, que originalmente tendrían planta circular precedida de un tramo recto, solamente en la actualidad conserva esta inicial disposición la situada al sur de la capilla central.

Los capiteles llevan decoración casi todos de hojas lisas con resalte central en su terminación. El de más interés es el situado en el segundo tramo del lado de la epístola representando cuatro cigüeñas de largas y delgadas patas, afrontadas picando un objeto común.

El hemiciclo absidal se cubre con bóveda de crucería compuesta por ocho nervios de sección prismática compuestos de un grueso toro enmarcado por sencillas nacelas, que conforman siete plementos cóncavos.

Las naves
El brazo longitudinal de la Cruz de la planta tiene tres naves, de notable longitud, de siete tramos cada una, siendo la central sensiblemente más ancha y elevada que las laterales. Se cubre la nave mayor con bóveda de cañón apuntado, ligeramente peraltada con arcos fajones de la misma directriz, simples y de aristas vivas; se apean en columnas embebidas en el núcleo del pilar y en el muro. Las naves laterales muy estrechas, se cubren con bóvedas de cañón apuntado, peraltado. La mayor parte de los capiteles se decoran con motivos vegetales, cimacios de nacela libre. Reciben luz las naves laterales por medio de ventanas, una por tramo, con arco de medio punto de aristas vivas.

El crucero y la cúpula
El crucero se destaca tanto en planta como en alzado; lo forma una sola nave de brazos de corta dimensión y se cubre con bóveda de cañón apuntado, al igual que las naves. Sobre un crucero se alza la airosa cúpula. Exteriormente es un sencillo cuerpo octogonal, liso y desnudo, sin más decoración que una cornisa con canecillos. En el interior nos encontramos con un polígono de base de dieciséis lados conseguido mediante cuatro grandes trompas, hoy decoradas con relieves barrocos de madera tallada, que tiene a cada lado otras dos pequeñas que se unen a los tramos situados sobre las claves de los arcos torales. La cúpula la forman 16 nervios radiales de perfil rectangular. Atribuyese al monje Fernán Martínez, que figura en la documentación como maestro de obras del monasterio según Peralta; la fecha de su construcción sería el año 1282.

En el testero del lado sur se abre la llamada Puerta de los Muertos, por estar próxima al cementerio monacal. Interiormente es de traza muy sencilla con un arco doblado, ligeramente apuntado y de aristas vivas, se voltean directamente uno sobre las jambas y otro sobre el muro. En este mismo muro, sobre la puerta se abre un gran rosetón de una sola arquivolta de grueso baquetón liso enmarcado por una chambrana con perfil de doble nacela carente de decoración. La tracería es muy simple, un cruz formada por columnas panzudas unidas por la base y conformando una especie de trébol de cuatro hojas.

La Virgen de la leche.
Preside hoy felizmente la capilla mayor, sobre un sencillo basamento granítico. La imagen de un valor excepcional, por la rareza de este tipo de obras presenta a María sentada, sosteniendo al niño sentado en su regazo con la mano izquierda, mientras con la derecha le ofrece el pecho. Es de piedra policromada. Se puede datar la preciosa obra ursariense en el siglo XIII

Coro alto
A los pies del templo se dispone el coro alto sobre interesante bóveda con una cronología cercana a 1550. La bóveda, que por su trazado se denomina “bóveda plana”, se resuelve con a técnica de la crucería con las claves decoradas con elementos fitomórficos, y nervaduras que conforman una especie de rítmica y densa red. El frente que mira a la iglesia se remata con una sección moldurada corrida, que se decora con formas vegetales muy frecuentes en el barroco gallego.

Retablos y decoración barroca
Aún después de ls reformas que redujeron el impacto barroco en la arquitectura de Oseira, por ejemplo desapareció el baldaquino y varios retablos, así como parte de de la decoración pictórica, el coro y el órgano, es evidente que estéticamente sigue haciéndose notar en retablos y pinturas la importancia de este momento artístico.

La nervada cúpula medieval del crucero de la Iglesia, se decora profusamente. En las trompas hay cuatro relieves con santos de cuerpo entero de la Orden, enmarcados en una compleja molduración barroca sobre águila bicéfala: san Roberto de Molesme, san Alberico, San esteban Harding y san Bernardo. Llevan a sus pies cartelas que los identifican, sirviéndose de un antiguo dicho latino, que remendando a San Pablo, reconoce en ellos a los fundadores del Cister. Fr. Jacinto de Ayala, abad de 1666 a 1668, fue quien mandó colocar estos relieves.

Los gajos de la cúpula se exornan desde el siglo XVIII con representaciones pictóricas de monjes y abades santos o que alcanzaron notabilidad en la orden por haber ascendido al pontificado, que habrá que atribuir como el resto de la decoración pictórica de la Iglesia a Simón Maceira.

Los retablos del crucero.
Vistosos y conservados in situ son los cuatro retablos que se adosan a las columnas y forman arcos de triunfo a la entrada de la girola. El arco que los une remata en un pedestal con una estatua ecuestre en actitud bélica, que es tema muy del barroco, a la derecha san Raimundo de Fitero, fundador de la Orden militar de Calatrava, haciendo “pendent” existía una de Santiago matamoros y que la humedad destruyó irremisiblemente. Empezando por la izquierda, el primero está dedicado a Santiago, peregrino, en talla delicadísima y encima el relieve representa al Apóstol orante ante la Virgen del Pilar. El segundo está dedicado a san Benito y el relieve representa la escena e la que el santo patriarca desnudo se revuelca entre las zarzas para vencer las tentaciones carnales. En el lado opuesto, el tercero es el dedicado a san Bernardo y a escena guarda paralelismo con el anterior. San Bernardo en un lago de agua helada para vencer idéntica tentación. Finalmente, el último retablo está dedicado a San Famiano, monje de la casa y la escena del relieve lo representa de peregrino, sacando como Moisés agua de una roca en Galese.

Se hicieron siendo abad Fray Plácido Morriondo (1753-1756). Se trata artísticamente de una obra de una depurada técnica, dentro de un avanzado barroquismo, que evidencia maestro hábil conocedor de la obra de Simón Rodríguez y otros altos exponentes del barroco compostelano. El anónimo maestro de los retablos del crucero creemos habrá que buscarlo en el ámbito compostelano. Al igual que las finas tallas de los santos, especialmente san Famiano y Santiago, llenos de naturalismo, una acertada actitud de ensimismamiento, y al tiempo de movimiento grácil, que son obras indiscutiblemente atribuidas a las gubias de José Gambino, el gran escultor ya del rococó. El dorado y la excelente policromía la contrató en 1762 el pintor Simón Maceira en 18.000 reales.

Los retablos de la girola
Los ábsides románicos, a excepción de uno, fueron alterados en época barroca, convirtiéndolos en capillas que ya en 1782 y años sucesivos se ornamentan con cuidados retablos pétreos. Especialmente el de Nuestra Señora que es de un cuerpo y tres calles con hornacinas aveneradas, rematado con un sobrecuerpo con un óculo y el busto del Padre Eterno y del Espíritu Santo; medallones con los escudos de Oseira y del Cister sobre hornacinas laterales. Nos parece que estilísticamente se puede atribuir, en cuanto a la traza, a Fray Plácido Iglesias el arquitecto celanovés que se documenta trabajando en Oseira por estos años. Las columnas son lisas y los capiteles corintios.

Los otros retablos son de un solo cuerpo con hornacina central y un remate con óculo y elementos decorativos. También podrían atribuirse al mismo tracista. Actualmente están dedicados estos retablos, comenzando por la derecha, a santa Catalina de Alejandría, la talla obra de Mateo de Prado, siglo XVII; santa Humbelina, con talla procedente del baldaquino; el central a Nuestra Señora, la imagen titular ha sido cambiada repetidas veces, la actual es una de bastidor, a los dos lados tallas discretas de sata Lutgarda y santa Gertrudis. Le sigue el retablo dedicado a san Miguel, la imagen es de Mateo de Prado hacia 1650, y el de santa Victoria mártir cordobesa, cuya imagen es obra barroca anónima de fines del siglo XVII.

Las pinturas de la iglesia
La barroquización del espacio interior del templo llegó a su máxima expresión con la campaña decorativa, que llena con pinturas prácticamente todos los muros de la Iglesia, sin dejar resquicio alguno. La temática es completamente religiosa, completándose con elementos meramente decorativos como son flores, putti, formas geométricas, sartas de frutas. La capilla mayor se pintó en 1694 según recordaba una cartela. En 1762 el pintor Simón Maceira decora el crucero, con un programa dense de representaciones iconográficas, a modo de un retablo en el que se hacen figurar los santos más populares del momento y como es lógico también los de la Orden. El programa iconográfico de las bóvedas coherentemente pensado y abarcando los dos brazos de crucero consta de los siguientes temas: Los evangelistas, los doctores máximos de la Iglesia, temas relacionados con san Bernardo y otros santos de la orden. En el centro de las bóvedas hay tondos con las representaciones alegóricas de virtudes y otros símbolos.

Conserva la Iglesia ursariense otra pintura anterior, que va fechada en 1573. Está bajo el tercer arco a partir del crucero, en el pilar y representa a la Virgen con el niño y san Juanito.

Reja
A los pies de la Iglesia se conserva una reja sencilla, se remata con el escudo calado del monasterio y la fecha y nombre en abreviatura del herrero: ANTONIO LÓPEZ, 1803.

Exterior del templo y capilla de San Andrés
Por la puerta de los muertos salimos al exterior para desde aquí contemplar el exterior de la Iglesia y la Capilla de San Andrés.

El exterior
La cabecera sólo conserva su inicial forma de en uno de sus extremos, que reformó el arquitecto Alejandro Ferrant en el año 1932. Las otras capillas conservan parte de la edificación medieval, dos del lado del evangelio, la capilla central no mantiene nada de la construcción precedente. Son de interés las cubriciones de la girola, una parte con teja común y otra con losas de piedra, imbricadas directamente. La capilla mayor se traduce exteriormente airosamente. Contrafuertes prismáticos marcan los tramos rectos del presbiterio, la parte semicircular se divide en siete tramos por medio de seis columnas entregas, recogiendo también la fuerza de los nervios de la bóveda; los fustes se componen de tambores que corresponden a sus alturas con las de hiladas de muro. Los capiteles son variados, hojas planas rematadas en bolas, escamas imbricadas y uno con arquillos de herradura.

El crucero se destaca con el macizo cuerpo octogonal central que cobija la cúpula. Tan solo rompe el rigor de la construcción l cornisa, que se apoya en canecillos también muy variados.
En el brazo norte se abre la portada del cementerio. Va enmarcada por sendos contrafuertes unidos por un alero montado sobre arquitos, consta de dos arquivoltas ligeramente apuntadas molduradas, sus aristas en baquetón liso y otra moldura con decoración de hojas de acanto.

Las arquivoltas se voltean sobre columnas acodilladas de fustes monolíticos lisos y esbeltos que se apoyan en basas áticas de toro inferior muy aplastado y plintos cúbicos decorados con arquillos de medio punto, todo ellos sobre un zócalo con moldura tórica. Los capiteles reiteran modelos utilizados en otras partes del templo con entrelazo vegetal, hojas nervadas y el más externo de la jamba izquierda lleva dos cuadrúpedos afrontados con cuerpo de león y cabeza humana. El tímpano es monolítico liso con un ligero apuntamiento apoyado en mochetas decoradas con decoración vegetal, similar a la de los capiteles. Sobre ella el rosetón y hastial de este brazo remata en un sencillo piñón en cuyo vértice hay un agnus rematado en una cruz que no corresponde con la obra primitiva.

Capilla de San Andrés.
La construcción de la capilla puede datarse en torno a 1210-1215, estando desde luego terminada en 1239 ya que en esta fecha se consagra junto a la Iglesia Abacial. Se adosa al hastial norte del crucero. Es de una sola nave dividida en dos tramos de notables dimensiones, se cubre con bóveda de cañón apuntado.

El exterior es de una gran simplicidad. En el lado oeste se abre la puerta de entrada con decoración muy esquemática. Tímpano liso sostenido por mochetas ornamentales en el frente con estilizadas hojas nervadas, capiteles y cimacios reiteran la decoración fitomorfa ejecutada con relativa tosquedad, El destino de esta capilla, como ha probado el Dr. Valle Pérez, fue el servir de lugar de enterramiento de familias nobles como los Vilariño y otros linajes.

El yacente Dom Arias.
Actualmente en la capilla de San Andrés se conserva el yacente de Abad Dom Arias. Nos presenta al personaje con hábitos monacales, portando un libro en la mano izquierda y el báculo de espiral muy cerrada en la derecha. Reposa sobre varios libros. Es obra gótica de los primeros años del siglo XV.

2. GALERÍA FOTOGRÁFICA