Ante ti está mi ciencia y mi ignorancia

Señor y Dios mío, en ti creo, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No diría la Verdad: Id, bautizad a todos los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19), si no fueras Trinidad. Y no mandarías a tus siervos ser bautizados, mi Dios y Señor, en el nombre de quien no es Dios y Señor. Y si tú, Señor, no fueras al mismo tiempo Trinidad y un solo Dios y Señor, no diría la Palabra divina: Escucha, Israel: el Señor tu Dios es un Dios único (Dt 6,4). Y si tú mismo fueras Dios Padre y fueras también Hijo, tu palabra Jesucristo, y el Espíritu fuera vuestro Don, no leeríamos en las Escrituras canónicas: Envió Dios a su Hijo (Gál 4,4; Jn 3,17); ni tú, ¡oh Unigénito!, dirías del Espíritu Santo: Que el Padre enviará en mi nombre (Jn 14,26), y que yo os enviaré de parte del Padre (Jn 15,26).

Fijé mi atención en esta regla de fe; te he buscado según mis fuerzas y en la medida en que tú me hiciste poder, y anhelé ver con mi inteligencia lo que creía mi fe, y disputé y me afané en demasía. Señor y Dios mío, mi única esperanza, óyeme para que no sucumba al desaliento y deje de buscarte; ansíe siempre tu rostro con ardor. Dame fuerzas para la búsqueda, tú que hiciste que te encontrara y me has dado esperanzas de un conocimiento más perfecto. Ante ti está mi firmeza y mi debilidad; sana ésta, conserva aquélla. Ante ti está mi ciencia y mi ignorancia; si me abres, recibe al que entra; si me cierras, abre al que llama. Haz que me acuerde de ti, te comprenda y te ame. Acrecienta en mí estos dones hasta la reforma completa.

San Agustín.- La Trinidad, VX, 28,51.