El vientre de la tierra da a luz. En verdad, él fue ocultado primero en el seno de una carne y después en el seno de la tierra, santificando así, por esa gestión a los que son engendrados, devolviendo la vida mediante su resurrección a los que estaban muertos, “pues han desaparecido el sufrimiento, el dolor y el gemido”. “Pues ¿quién conoció los designios del Señor? o ¿quién llegó a ser su consejero”, sino el Verbo hecho carne, que fue clavado en la cruz, que resucitó de entre los muertos y que ha sido elevado hasta los cielos? Este día trae un mensaje de alegría, porque en este día el Señor ha resucitado y ha elevado con Él a toda la raza de Adán; porque ha sido engendrado por el hombre también ha resucitado con el hombre. Hoy, gracias a este Resucitado, se ha abierto el paraíso, Adán es restaurado, Eva es consolada, la llamada de Dios es escuchada, el reino está preparado, el hombre es salvado y Cristo es adorado. Después de haber pisoteado a la muerte, hace prisionero al tirano y, despojado el mundo terrenal, ha subido a los cielos como un rey, glorioso como un jefe, invencible como un auriga, y dice al Padre: “Aquí estamos, yo y los hijos que el Señor me ha dado, oh Dios, etc.” También escuchó la respuesta del Padre: “Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies”. A Él la gloria ahora y por los siglos de los siglos, Amén.

Hesiquio de Jerusalén.- Homilías sobre la Pascua, 1, 5-6.