Aprended de mí a amar

“Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí”, no a fabricar el mundo, no a crear todo lo visible e invisible, no a hacer milagros en el mismo mundo y a resucitar a los muertos, sino “que soy manso y humilde de corazón”. ¿Quieres ser grande? Comienza por lo ínfimo. ¿Piensas construir un gran edificio en altura? Piensa primero en el cimiento de la humildad. Y cuanta mayor mole pretende alguien imponer al edificio, cuanto más elevado sea el edificio, tanto más profundo cava el cimiento. Cuando el edificio se construye sube a lo alto; pero quien cava cimientos se hunde en la zanja. Luego el edificio se humilla antes de elevarse y después de la humillación se remonta hasta el remate.

San Agustín.- Sermón 69,2.