Habiendo dicho Cristo: Este es mi cuerpo (Mt 26,28), no vacilemos un instante,sino creamos, viéndolo con los ojos del entendimiento, pues sus dones son invisibles, si bien nos los da por medio de cosas sensibles. Así en el bautismo se nos concede aquel don por el agua, que es una cosa sensible; empero lo que por ella se confiere, esto es, la regeneración y renovación, son algo inteligible. Si tu fuera incorpóreo, te hubiera dado unos dones puramente incorporales, pero como tu alma está unida al cuerpo, te comunica lo inteligible por lo sensible. Cuantos hay que dirán: Quisiera ver su figura y su rostro, sus vestiduras, su calzado. A El mismo ves, a El mismo tocas, a El mismo comes. Deseas ver sus vestiduras, pues El se entrega a sí mismo, no solamente para que le veas, sino también para que lo toques y le tengas dentro de ti.

San Juan Crisóstomo.- Homilías sobre el evangelio de San Mateo. Homilía 82.