Jesús fue conducido al desierto

Prontitud en enfrentarse a las tentaciones. Entonces… ¿cuándo? Después de bajar el Espíritu Santo, después de oírse aquella voz venida del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. Y ciertamente lo maravilloso es que le lleva el Espíritu Santo –así lo afirma el Evangelio-. Y es que, como el Señor todo lo hacía y sufría para nuestra enseñanza, quiso también ser conducido al desierto y trabar allí combate contra el diablo a fin de que los bautizados, si después del bautismo sufren mayores tentaciones, no se turben por ello, como si fuera cosa que no era de esperar. No, no hay que turbarse, sino permanecer firme y soportarlo generosamente como la cosa más normal del mundo.

San Juan Crisóstomo.- Homilías sobre el Evangelio de Mateo, 13,1.