Vino Jesús para ser bautizado

Las aguas del bautismo confieren la santidad. En Cristo había un hombre completo, por ello, el cuerpo que había asumido para servir al Espíritu realizó en Él todo el misterio de nuestra salvación. Él fue al encuentro de Juan, nació de una mujer, estuvo sometido a la Ley y se hizo hombre por el Verbo. En verdad no tenía necesidad de bautismo porque se había dicho de Él: “No cometió pecado”, y donde no hay pecado, su perdón resulta inútil. Pero él asumió un cuerpo y un nombre de nuestro ser creado. Y aunque no necesitaba ser bautizado, sin embargo, por medio de él debía santificar nuestra purificación en las aguas del bautismo.

San Hilario de Poitiers. Sobre el Evangelio de Matero, 2,5.