Los solados se burlaban también de él

Reproche y malicia. En cuanto a las palabras: “Pero yo soy un gusano y no un hombre, oprobio de los hombres y desecho del pueblo” (Sal 22,7), son una predicción de lo que realmente le está sucediendo; pues el oprobio nos sigue por doquier a los hombres que creemos en Él. Y se llama desecho del pueblo porque, desechado y deshonrado por el pueblo, sufrió cuanto quisieron hacer con Él… En efecto, los que le miraban crucificado movían la cabeza, torcían los labios y refunfuñando decían sarcásticamente entre sí lo que está escrito en los Recuerdos de los Apóstoles: “Hijo de Dios se decía a sí  mismo, que baje de la cruz y eche a andar: Que le salve Dios”.

San Justino Mártir. Diálogo con Trifón, 101,2-3.