¡Es el Señor!

Los discípulos sabían que Él era Dios y hombre. Después de la resurrección de Jesús se encontraban junto a la orilla, mientras los discípulos estaban en la barca; cuando los demás no le reconocían, el discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “Es el Señor”. El primero que reconoció al cuerpo virginal fue la virginidad. Jesús era el mismo que antes, pero no le reconocieron todos. E inmediatamente el evangelista añade que nadie se atrevió a preguntarle ¿tú quién eres? Sabían que era el Señor. Nadie se atrevía porque era Dios. Comieron con Él, porque veían que era un hombre y que tenía carne, no porque fuera una persona como Dios y otra como hombre, sino porque al ser uno y el mismo Hijo de Dios lo reconocían como hombre y lo adoraban como Dios.

San Jerónimo.- Contra Juan de Jerusalén, 35.