Un hombre tenía dos hijos

Por qué el hijo menor mereció perder los privilegios de hijo. Y “Él dividió entre ellos, dice, su patrimonio”. Cuanto es de generoso el padre, así es de impaciente el heredero, que se cansa del padre en vida; y, no pudiendo sustraerle el tiempo, trata de apoderarse del patrimonio. Este heredero ni siquiera ha sido digno de poseer el privilegio de hijo, por el hecho de que no ha querido poseer, junto a su padre, aquellos bienes que eran propios del padre.

Pero indaguemos qué es lo que induce al hijo a esa temeridad, qué atrevimiento le empuja a una petición tan importante. ¿Qué es? El hecho de saber, evidentemente, que el Padre celestial no pude estar limitado por ningún confín, ni por ningún tiempo, ni ser aniquilado por ningún poder de la muerte. Por esto, el hijo desea disfrutar de la generosidad del padre mientras éste vive, sin esperar a su muerte para enriquecerse con sus bienes. Finalmente la generosidad inmediata del progenitor demostró que no había ningún agravio es esta petición.

San Pedro Crisólogo.- Sermón 1,1.