¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna?

La falsa premisa de una cuestión.- El joven se había hecho orgulloso por la observancia de la ley, desconocía el fin de la ley que es Cristo y se creía justificado por las obras, y sin entender que Jesús había venido a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y que era imposible a la ley salvar a los creyentes mediante la fe en la justificación, pregunta al Señor de la ley y Dios unigénito como a un maestro de los preceptos comunes y consignados en la ley. El Señor rechazó esta impía profesión de la fe en él, porque se le preguntaba sólo como maestro de la ley, y respondió: “¿Por qué me llamas bueno?”. Y para dar a entender en que sentido debía ser considerado y confesado buenos, añadió: “Nadie es bueno más que el único Dios”, y así no rechazó el nombre de “bueno” si se le atribuía como a Dios.

San Hilario de Poitiers,- Sobre la Trinidad, 9, 16.