Duerma o vele noche y día, la semilla nace y crece

Perfección del bien obrar. El hombre echa la semilla en la tierra cuando forma en su corazón el buen propósito; y después de haber echado la semilla se duerme, porque ya descansa en la esperanza de haber obrado bien; pero se levanta de noche, porque marcha entre lo próspero y lo adverso; y la semilla germina y crece sin él darse cuenta, porque, aunque todavía no puede advertir su crecimiento, la virtud, una vez concebida, camina a la perfección, y de suyo la tierra fructifica, porque, con la gracia proveniente, el alma del hombre se levanta espontáneamente a la perfección del bien obrar.

San Gregorio Magno.- Homilías sobre Ezequiel, 2,3,5.