Y quedaron asombrados de su enseñanza

La autoridad del Señor. Yo me pregunto ¿Qué había enseñado de nuevo? ¿Qué de nuevo había predicado? Decía de sí mismo las mismas cosas que habían dicho los profetas. Mas se admiraban por esto, porque enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. No enseñaba como un maestro, sino como el Señor: no hablaba, apoyándose en otra autoridad superior, sino que hablaba él mismo con la autoridad que le era propia. Hablaba así, en definitiva, porque con su propia esencia estaba diciendo lo que había dicho por medio de los profetas. “Yo que hablaba, he aquí que estoy presente” (Is 52,6).

San Jerónimo.-Comentario al Evangelio de San Marcos. Homilía 2.