Nadie sabe ni el día ni la hora

La ignorancia del futuro es nuestra condición humana normal. Cuando los discípulos le preguntaron sobre el fin, ciertamente conforme al cuerpo carnal les respondió: “Ni siquiera el Hijo”, para dar a entender que, como hombre tampoco lo sabía. Es propio del ser humano ignorarlo. Pero en cuanto que Él era el Logos, y Él mismo era el que habría de venir, como juez y como esposo, por eso conoció cuándo y a qué hora habría de venir… Mas como se hizo hombre, como los hombres tuvo hambre y sed y padeció, y de la misma manera que los hombres, en cuanto hombre, no conocía el futuro; pero en cuando Dios, puesto que era el Logos y la Sabiduría en el Padre, no desconocía nada.

San Atanasio.- Discurso contra los arrianos, 3,46.