Llevar la cruz

Lleva su cruz, quien está preparado para afrontar cualquier peligro por Dios, incluso hasta la muerte, si fuera necesario, antes que abandonar a Cristo. Tal persona, aunque alcance la misericordia de Dios, está preparada –en cuanto a su propósito- para ser atormentada cada día. Por tanto, aunque no le sucediese nada de eso, sin embargo recibirá su recompensa. Así pues, se remunera la voluntad, no el hecho, porque la voluntad procede de nuestro arbitrio; el acto, en cambio, se consuma por medio de la gracia de Dios. “El que halla su vida, la perderá”. Es mejor morir por Dios y vivir eternamente, que vivir por los intereses humanos y morir eternamente. Si Él murió por nosotros, que no podía morir salvo que quisiese, ¡cuánto más nosotros debemos morir por Él que, aunque no queramos, somos mortales! Si el Señor murió por los siervos sin recibir una recompensa, es mucho más justo que el siervo muera por el Señor, y lo haga con una recompensa.

Anónimo.- Obra incompleta sobre el Evangelio de Mateo,  26. P.G. 56,769.