Juan 20, 19-31

Las señales de los clavos

    No antes de la pasión, sino después, estando las puertas cerradas, el Señor se presentó en medio de los discípulos para que conocieras que tu cuerpo  natural enterrado resucitará como cuerpo espiritual. Y para que no piense de nuevo que es otra cosa el cuerpo resucitado, cuando Tomás dudo sobre la resurrección, le muestra las hendiduras de los clavos y le presenta las señales de las heridas. ¿Acaso no podía curarse a sí mismo, incluso después de su resurrección, el que curó a todos también antes de su resurrección? Pero al mostrar la hendidura de los clavos, enseña que es su cuerpo, mientras que al entrar estando las puertas cerradas, enseña que no tiene las mismas propiedades. Es su cuerpo, para que se cumpliese el modo de la economía divina, resucitando lo que estaba muerto; pero no tiene las mismas propiedades, para que no cayera de nuevo en la corrupción, ni se sometiera de nuevo a la muerte.

Teodoreto de Ciro.- El mendigo. 2,56.

Catecismo de la Iglesia Católica (nº999)

¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo» (Lc 24, 39); pero Él no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en Él «todos resucitarán con su propio cuerpo, del que ahora están revestidos» (Concilio de Letrán IV: DS 801), pero este cuerpo será «transfigurado en cuerpo de gloria» (Flp 3, 21), en «cuerpo espiritual» (1 Co 15, 44):

«Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano…, se siembra corrupción, resucita incorrupción […]; los muertos resucitarán incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad (1 Cor 15,35-37. 42. 53).