San León MAGNO, en su 2.° sermón sobre la Pasión, nos señala cuáles han de ser nuestros pensamientos ante la cruz:Así pues, para nosotros, amadísimos, que en Cristo crucificado no encontramos un motivo de escándalo ni una locura sino la fortaleza y la sabiduría de Dios; para nosotros, digo, raza espiritual de Abrahán, no engendrados en una descendencia esclava sino regenerados en una familia libre; nosotros por quienes fue inmolado el Cordero verdadero e inmaculado, Cristo, después de haber sido sacados de la opresión y de la tiranía de Egipto por una mano poderosa y un brazo extendido; estrechemos este admirable sacramento de la Pascua salutífera, y reformémonos según la imagen del que fue hecho conforme a nuestra deformidad.

Elevémonos hasta aquel que con el polvo de nuestra abyección ha hecho un cuerpo para su gloria; y para merecer tener parte en su resurrección, pongámonos plenamente de acuerdo con su humildad y su paciencia. Grande es el nombre de aquel a cuyo servicio nos hemos alistado, y grande el estado cuya regla hemos asumido. Los que sirven a Cristo no tienen derecho a salirse del camino real…

(San León Magno, Sermón 2 sobre la Pasión, SC 74, 39; CCL 138 A. 315).